Pingelap, la isla donde los habitantes ven en blanco y negro

Debido a un problema genético el 10 % de los pobladores de Pingelap no pueden percibir los colores, y la luz del Sol les molesta.

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Un problema genético heredado parece ser la causa de la alta prevalencia de daltonismo en Pingelap. (bbc.com)
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Agencias
LONDRES, Inglaterra.- Los habitantes de una pequeña isla del sur del Pacífico sufren de una "extraña maldición genética", por la que pueden ver el mundo solamente en blanco y negro.

No poder percibir los colores es un inconveniente, pero para los habitantes de Pingelap (Micronesia) es además una molestia: a plena luz del sol lo único que perciben es una imagen quemada, como una fotografía en blanco y negro sobreexpuesta, informa la BBC y que publica el sitio web actualidad.rt.com.

En 1780 la población de esta isla estuvo a punto de desaparecer a causa de un tsunami, y solo sobrevivieron unas 20 personas, entre ellas el rey. Se cree que el monarca tenía un problema genético que causa daltonismo y que se lo pasó a sus numerosos descendientes.

En la actualidad alrededor del 10 por ciento de la población de Pingelap sufre de esta "maldición", y dos factores han hecho que la reserva de genes de la 'isla de los daltónicos' se haya mantenido relativamente pequeña. Por un lado su remota ubicación, y por otro, la religión local, que desalienta el matrimonio con extranjeros.

Nadie sabe por qué se origina esta mutación genética, pero la parte del cerebro que normalmente interpretaría la luz brillante del sol parece ser que es utilizada para la visión nocturna monocromática. Es así que en las noches los habitantes de esta isla pueden realizar todas sus actividades gracias a que "pueden ver muy bien" en la oscuridad.

Viendo a color

En la parte de atrás de nuestros ojos, en la retina, hay unas células sensibles a la luz llamadas conos y bastones.

Estas células empiezan a desarrollarse en el útero y para cuando un feto tiene cumple 28 semanas ya puede ver, incluso en la oscuridad del útero.

Inicialmente solo será en blanco y negro, pero pronto los conos quedarán conectados, listos para llenar de color nuestro mundo.

Unas proteínas sensibles a la luz son las encargadas de convertir el rojo, el verde y el azul –los componentes de la luz que entran en nuestros ojos– en impulsos nerviosos.

Éstos son enviados al cerebro y allí interpretados como una imagen a color.

Pero si estas proteínas clave no funcionan bien, uno está condenado a vivir en un mundo en blanco y negro durante toda la vida.

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