Retiro religioso le cambia la vida y decide hacerse sacerdote

Desde niño Jesús Mata Martínez supo que quería servirle a Dios, pero por la pobreza de sus padres tuvo que detener su sueño.

|
Padre Jesús Mata Martínez dispensa comunión en la iglesia católica St. Patrick. (Samuel Hoffman/La Gaceta Diario)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Agencias
FORT WAYNE, Indiana.- La historia de Jesús Mata Martínez es uno de esos relatos largos y complejos que, por alguna razón, terminan en Fort Wayne.

Comienza en el centro de México, en un pequeño pueblo de cinco mil habitantes llamado Tierra Nueva, donde a los cinco o seis años este hijo de padres católicos romanos quedó fascinado con la iglesia.

"Un día en el que no había nadie en casa arreglé una mesa con libros y fingí que oficiaba una misa. Tenía que tener alguien a quien hablarle, de modo que reuní a mis perros y los de nuestro vecino y los até a sillas. Había como ocho perros", cuenta este hombre de 34 años con una sonrisa. "Les predicaba directamente a ellos, diciéndole 'Dios te quiere a ti, y a ti y a ti'".

Lo normal hubiera sido que el pequeño se hiciese monaguillo, pero sus padres eran demasiado pobres como para comprarle las vestimentas que hubiera necesitado. Unos cinco años después, sus padres se fueron a Matamoros y luego a Arkansas, dejándolo a él en México con familiares, según publica The Associated Press.

Durante la adolescencia se alejó de la iglesia por un tiempo, fue a la universidad para estudiar contaduría y empezó a trabajar en ese campo.

Pero algo no funcionaba.

Seguía pensando en una ocasión en la que fue invitado a participar en un retiro religioso cuando tenía 16 años. Tuvo una especie de "revelación" durante una oración en grupo.

Todos se tomaron de las manos y comenzaron a cantar. Sintió entonces la presencia de Dios, "aquí, en mi corazón", relata.

Mata Martínez quiere llegar especialmente, ya que dice que ellos se sienten marginados

"Fue la primera vez que sentí que me faltaba algo en la vida", declaró a The Journal Gazette. 

"Quería volver a experimentarlo y que otra gente lo experimentase también. Recuerdo que pensé, `¿por qué no hice algo antes?'".

A los 22 años Mata Martínez, quien toca la guitarra y canta, cantaba en el coro de una iglesia y era director de un grupo juvenil.

Un día se puso en contacto con la persona que lo apadrinó en su confirmación, un cura de la Sociedad de la Palabra Divina de California, y le dijo que sentía que su vocación era ser sacerdote.

El religioso le sugirió que viniese a Estados Unidos a estudiar en el Colegio de la Divina Palabra en Epworth, Iowa.

Dos años después, en 2004, eso fue lo que hizo Mata Martínez. Completó sus estudios, pasó un tiempo como capellán en un hospital de Texas y fue enviado a servir en un pequeño pueblo de Argentina.

En mayo se ordenó en Techny, Illinois. Poco después fue llamado a servir en la Iglesia Católica de San Patricio en el 2120 de la Calle Harrison.

Desde agosto ha sido uno de tres sacerdotes de la Divina Palabra asignados allí y es el segundo mexicano que sirve en la creciente congregación hispana de San Patricio.

La gente aquí está entusiasmada con su presencia, sobre todo los jóvenes, a quienes Mata Martínez quiere llegar especialmente.

En una página de Facebook mediante la cual se comunica con sus feligreses, una entrada dice: "¡Padre muy padre!".

"Quiero llegar a los jóvenes, ayudarlos a que crezcan espiritualmente, a mejorar su autoestima", explica. "Muchas veces (los jóvenes) no han sentido amor, misericordia, compasión. Los chicos se sienten marginados".

En la primavera Mata Martínez participó en una misa en San Patricio como diácono. Posteriormente, una mujer se le acercó con aire de desconcierto, como si estuviese exprimiendo su memoria.

"Quiero preguntarle algo", le dijo.

"Y yo quiero preguntarte algo a ti, Rosie", le respondió el religioso.

La mujer, Rosa María Moctezuma, había terminado también en Fort Wayne luego de muchas vueltas.

Era la persona que, años atrás, había organizado el retiro espiritual en México que obsesionó a Mata Martínez tanto tiempo y que resultó tan importante en su marcha hacia el sacerdocio.

Ahora estaba a punto de ordenarse sacerdote.

Sin importar el camino que haya que recorrer, Dios siempre lo guía a uno, dice Mata Martínez.

"Y siempre está esperando por ti", agrega.

Lo más leído

skeleton





skeleton