Agencias
BUENOS AIRES, Argentina.- Los violentos saqueos ocurridos en Argentina hace unos días revivieron los fantasmas de la crisis económica, social y política sufrida aquí en el año 2001 y que culminaron con la renuncia de Fernando de la Rúa a la Presidencia.

El 19 de diciembre de 2001, miles de argentinos salieron a las calles para protestar contra el gobierno de De la Rúa, que a principios de ese mes había confiscado los ahorros bancarios de la gente al imponer la medida que se conoció como el "corralito", dio a conocer Notimex.

En pleno mes navideño, a los ciudadanos se les anunció que sólo podrían sacar mínimas cantidades de dinero por semana de sus propias cuentas, lo que desató un fuerte descontento social.

Las marchas del 19 de diciembre marcaron el inicio de dos jornadas de violencia que incluyeron, precisamente, saqueos en los supermercados y en todo tipo de tiendas de comestibles a lo largo del país.

La renuncia

Al día siguiente, cuando la represión policiaca a las manifestaciones había dejado un saldo de 37 muertos, De la Rúa ya no tuvo más opción que presentar la renuncia a un cargo que había comenzado a ocupar hacía apenas dos años.

A partir de ese día y durante una semana, Argentina tuvo un grotesco desfile de seis presidentes interinos, ya que el país era un caos total y parecía que nadie podía hacerse cargo de la situación.

Finalmente, el 2 de enero de 2002 Eduardo Duhalde asumió como presidente interino y gobernó hasta que el 27 de mayo de 2003 Néstor Kirchner asumió la Presidencia que ocuparía hasta el año 2007.

Cuando se registraron los saqueos de 2001, Argentina padecía una pobreza superior al 50 por ciento, mientras que el desempleo rondaba el 20 por ciento.

Además, la deuda externa ahogaba a un país que no tenía condiciones para pagar, a lo que se sumaba la completa soledad política de De la Rúa, quien no tenía ningún tipo de aliados.

Los robos registrados los últimos dos días de este mes, en cambio, sorprendieron tanto al gobierno como a los ciudadanos.

La situación social del país es estable, con una economía en crecimiento, una pobreza y desempleo que rondan apenas el 8.0 por ciento y una presidenta, Cristina Fernández, que fue reelecta en octubre de 2011 con el 54 por ciento de los votos.

Por eso es que el gobierno y otros sectores achacaron los saqueos a intentos de desestabilización organizados por líderes sindicales opositores y no a movilizaciones espontáneas de la gente.