Crónicas Urbanas: Las 'personalidades' del narcomenudeo

La PGJDF ha descubierto diversos modos de operar de quienes se dedican a ese ilícito: desde el abuelo que denuncia a sus nietos hasta aquél que mata a sus enemigos.

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La procuraduría capitalina niega que en la Ciudad de México operen bandas de narcomenudistas. (Archivo/ Notimex)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- Los integrantes del área de Inteligencia de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) siguen las pistas de cada denuncia sobre comercio de drogas, que suman entre cinco y diez cada día, no todas son verificables, admiten las autoridades, quienes, desde el pasado 21 de agosto han detenido unas 700 personas relacionadas con ese ilícito, además de catear 15 domicilios.

En sus incursiones, basadas en reportes al 066, investigadores de la fiscalía especializada en combatir ese delito han hallado singulares personajes, muchos de ellos en colonias populares, aunque también en la Condesa y otras de ese nivel, donde el argot del consumidor es diferente. En estos círculos al distribuidor se le llama dealer.

La procuraduría, sin embargo, niega que en la Ciudad de México operen bandas, como hace poco circuló el runrún de que en calles de la Condesa se movía La Unidad, un supuesto grupo dedicado a la distribución de drogas; tampoco tiene indicios, reitera esa dependencia, de que en Tepito comercie una organización denominada La Unión.

Lo que sí se informó es que, a casi un mes del doble homicidio, ocurrido durante la celebración de una fiesta en la colonia Morelos, donde también resultaron lesionadas 19 personas, la policía capturó a El Corre, de 19 años --"autor material de los crímenes"--, quien, junto con otros individuos, asesinó a Óscar y Daniel, éstos con antecedentes penales.

Era el mismo presunto que, según la procuraduría, "aceptó que el móvil fue adelantarse a los ahora occisos, porque éstos querían atentar en su contra por el homicidio de uno de sus sobrinos", El Pacholín, a quien mató porque éste siempre lo humillaba, no obstante haber sido su amigo y cómplice en la distribución de drogas. "Me decía perro", dijo El Corre.

Por eso aquel 4 de octubre, diría a la policía, nomás tres tiros le dio con una pistola que arrojaría en una coladera de avenida Del Trabajo y calle Caridad. Ese había sido, según El Corre, el origen de todo lo que vino diez días después, cuando en Granaditas se soltó el tiroteo.

Cuentan que aquella noche, la del 14 de octubre, poco antes de iniciar la balacera en la fiesta del mercado Granaditas, amenizada por distintos sonideros y con "una fuerte afluencia de personas", según testigos, se escuchó una voz que anunció: "¡Esto ya se terminó!".

Y se armó la otra fiesta.

La fiesta de las balas.

Los agentes rastrearon el posible paradero de El Corre. Tenían información de que se había escondido en Tecámac, Estado de México, de modo que esperaron a que se apersonara en la calle de Peluqueros, colonia Morelos, DF, y así lo hizo, y entonces el 7 de este mes que vuela, a las 20:00, lo cazaron cuando llegó a dejarle dinero a su esposa.

"Cabe hacer mención --detalla el reporte oficial del 15 de octubre-- que en el lugar de los hechos fueron encontrados un total de nueve elementos balísticos, los cuales fueron embalados por el perito en materia de criminalística para su estudio correspondiente..."

En ninguna parte del informe se menciona como factor del conflicto el trasiego de drogas, pero sí asienta que "durante el levantamiento del cadáver de Óscar Magallán, personal ministerial y de servicios periciales encontró 12 paquetes de mariguana, pastillas sicotrópicas y una pistola, calibre 45, tipo escuadra, que ocultaba en una mochila".

El presunto culpable fue presentado ante los medios de comunicación el pasado jueves. Permanecía circunspecto. Poco después, ya en la parte de atrás de la patrulla que lo conduciría al reclusorio, empezó a reír, quizá de nervios o por un comentario de uno de sus custodios. No se sabe.

Y se fue con sus secretos de aquella noche de plomo y pólvora, sin mencionar nombres de sus cómplices, pues teme perder la vida.

***

Desde el pasado 21 de agosto, cuando se creó la Fiscalía Central de Investigación para la Atención del Delito del Narcomenudeo, el procurador General de Justicia del DF, Jesús Rodríguez Almeida, también emitió el Protocolo para el Aseguramiento, Custodia, Identificación, Conteo, Pesaje y Destrucción de Narcóticos.

En los lineamientos, según texto oficial, se establece que "los servidores públicos que conozcan de la materia deberán atender durante el aseguramiento, guarda, custodia, identificación, conteo, pesaje y destrucción de narcóticos, que se encuentran a disposición del Ministerio Público".

La fiscalía creada para tales propósitos, añade, "cuenta con personal de servicios periciales en criminalística, química y fotografía; una de inteligencia; tres agencias --de turno, operativa y de trámite--, además de elementos de la Policía de Investigación; todos especializados por el Instituto de Formación Profesional" de la PGJDF en pesquisas en el combate a los delitos de narcomenudeo.

Hasta el pasado martes, según Rodríguez Almeida, sumaban alrededor de 700 personas detenidas por"posesión simple y posesión con fines de distribución y comercialización. Y también a los farmacodependientes los hemos estado enviando con las autoridades sanitarias".

Ese día le preguntaron sobre quejas ciudadanas relacionadas con "una gran afluencia" de distribuidores de drogas en la colonia Condesa, donde supuestamente opera una organización denominada La Unidad.

"No tenemos una denuncia en específico sobre ese tema", dijo el procurador. "Lo que sí tenemos es algunas personas detenidas en la zona".

Lo que sí han descubierto, según se deduce de los reportes oficiales, es que entre algunos miembros de familias se dedican a la distribución de drogas, sin que esto quiera decir que todos estén de acuerdo, como es el caso de los abuelos que denunciaron a sus nietos.

***

La pareja de ancianos vive en la planta baja de una casa, propiedad de una de sus hijas, quien murió hace tiempo.

En el primer piso vivían su nieto y biznieto con sus respectivas esposas. Los cuatro, sin embargo, se dedicaban a vender drogas y tenían como centro de distribución ese domicilio, ubicado en Azcapotzalco, por lo que diferentes personas llegaban a tocar la puerta y el anciano observaba que sus parientes entregaban envoltorios a cambio de dinero.

El 31 de octubre el hombre ser armó de valor --"no los denunciaban por temor a represalias, pues los tenían amenazados"-- y salió a la calle en busca de un policía y encontró dos preventivos, a quienes platicó el asunto, los llevó a su casa y les dio permiso para pasar.

Los policías encontraron una bolsa "con vegetal seco y tres envoltorios de papel amarillo con sustancia solidada, al parecer cocaína; a uno de los nietos, Hugo, sentado en la cama, y sobre el colchón la cantidad de 994.40 pesos, en una bolsa de plástico, y una pistola calibre 32 con su cargador y cinco cartuchos útiles, y debajo del colchón un rifle de aire sin culata".

Los agentes de Investigación detuvieron a Hugo, Einar, Rocío y Laura, de 37, 18, 24 y 20 años.

El nonagenario respiró satisfecho.

gf/rd

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