|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El presidente López puede presumir la construcción magnánima de una cosa más que cualquier otra: haber creado un país solipsista. El solipsismo es una creencia metafísica de que lo creado por la mente es lo único que existe y la realidad que aparentemente le rodea es inasequible. Este país de las maravillas creado por Andrés Manuel, donde los combustibles están accesibles por sus precios económicos, donde el precio del dólar es menor de dos cifras, donde las personas podemos acceder a medicamentos gratuitos, atención de primer nivel, infraestructura nunca vista, sin inseguridad, sin corrupción, sin deficiencias; un país que sólo ve el presidente y que ni su gabinete alcanza a mirar, un país polarizado que poco abona en la construcción de acuerdos.

El presidente mira un vaso medio lleno, el problema es que el resto de los ciudadanos no alcanzamos a ver ni el vaso, debido a una estrategia que no está solucionando el diagnóstico con el cual estábamos todas y todos de acuerdo, un país con pobreza, desigualdad, inseguridad, corrupción y violencia de género.

Es cierto que se han hecho cosas que parecía que generarían cambios significativos, pero se hacen de manera atolondrada y con discursos llenos de soberbia; realizando una cirugía mayor a nuestro país usando un hacha en vez de un bisturí, con buenas intenciones, pero con malas decisiones. Estamos a dos años de este gobierno, y muchos ya añoran el cambio, la preocupación no es menor, quien quiera llegar se topará con un país que hay que reparar y afinar, un país que no sólo tiene focos fundidos, sino que ahora hasta nos quedamos sin electricidad.

Aun así, son de reconocerse acciones que habían sido demandas históricas: el mejoramiento de las transferencias económicas a los más vulnerables, el aumento del salario mínimo, la vigilancia para evitar la evasión fiscal de los sectores empresariales más privilegiados, el adelgazamiento del Estado, la eliminación de transferencias económicas a los empresarios, enviar megaproyectos al sureste de nuestro país; si, por supuesto, también hay cosas buenas pero insuficientes y aunque seguramente las y los defensores de las 4T vociferarán que para reconstruir a un país destrozados por gobiernos torpes es necesario más de un par de años, la realidad es que es inevitable visibilizar que no estamos avanzando, sino que estamos retrocediendo; en el día a día no sólo los pobres son más pobres, sino la clase media, los empresarios, los burócratas, los asalariados, los informales, todas y todos, vamos para atrás con una crisis de salud que hace más evidentes las deficiencias de un Estado que no sabe cómo serlo, pero decidió hacer a un lado a todas las personas que sí estaban capacitadas para lograrlo. Ya no estamos ante un Estado fallido, pero sí ante un Estado invisible.

Lo más leído

skeleton





skeleton