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Los libros me han acompañado a lo largo de mi vida desde muy temprana edad quizá porque fueron pretexto para escapar el fin de semana a casa de mis abuelos quienes tenían un edición muy especial de Don Quijote dividida en dos tomos que simplemente no podía cargar y por lo cual me quedaba en su cómoda cama a devorar el texto.

Era tan divertido que no esperaba a quedarme con las letras para regresar más fines de semana, simplemente quería conocer el final para seguir tranquila. La siguiente experiencia que recuerdo es un título que no tenía nada que ver con mi edad ni conmigo llamado Un hombre, una mujer y un hijo, pero fue lo que mi ahorro me permitió comprar y yo solo quería leer.

Más tarde tuve la fortuna de tener un tío que me regalaba muchos textos, algunos de ellos extraños para mí, porque trabajaba para una editorial española creada en 1910 que cerró en 1986, tenía propuestas seguramente muy modernas para el México que vivía, pero ahí conocí a Luisa María Linares y me enamore de sus historias creo que leí muchas de sus novelas pero La vida empieza a Medianoche y Napoleón llega en el “Clipper” las recuerdo con afecto.

Siguieron pasando los años para encontrarme con Casi el Paraíso de Luis Spota, El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz, y así llegue a Las Niñas Bien, un texto de Guadalupe Loaeza que me hizo comenzar a buscar historias escritas por mujeres.

Me devore casi todo lo que había publicado y en ese camino encontré a Angeles Mastretta, Con arancame la vida, que aún es muy especial para mí, pero tiene muchos otros títulos que aun hoy disfruto. Ese camino me llevo al Albergue de las Mujeres tristes de Marcela Serrano, La Casa de los Espíritus de Isabel Allende, sin olvidar Como agua para chocolate, de Laura Esquivel aunque mi favorita es Tan veloz como el deseo.

Y así muchos libros que me recuerdan momentos importantes de la vida, me acompañaron en tiempos que necesitaba contarme otras historias ya sea para permanecer en un lugar feliz, una alberca, una playa, el momento de la lluvia, o bien para escapar de un sitio no tan agradable como una larga espera en un aeropuerto, en un hospital, en un juzgado.

Así más que nunca, en esta pandemia regale textos a personas desconocidas, titulos que disfrute de Elena Poniatowska, Juan Villoro, Héctor Aguilar Camín, Jorge Volpi, Guillermo Arriaga, Xavier Velasco, Alberto Chimal y muchos otros con la esperanza de que sus horas sean más cortas y les cuenten otros cuentos.

A través de la lectura y la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, el 23 de abril, podemos viajar gracias a la imaginación.

Hoy aprovecho que es lunes para felicitar a mis queridas Yalili Aguilar y Lidia Portilla quienes como mi querido sobrino José Luis, hombre de interesantes palabras, tienen el privilegio de celebrar su cumpleaños. ¡Que sea feliz!

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