Las cuevas del río Pinturas (II)

Carlos Evia Cervantes: Las cuevas del río Pinturas (II)

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En la Patagonia argentina existe un cañón formado por el río Pinturas y en las cuevas del sitio se encuentra un gran corpus de arte rupestre muy antiguo, alrededor de 7,000 años a.C., que fue reportado por Diego Rueda.

En aquellos tiempos, la región fue ocupada por el grupo denominado tehuelche, principalmente dedicado a la cacería del guanaco, un camélido relacionado con la vicuña y la llama. También cazaban el ñandú, un ave corredora semejante al avestruz y cuya altura llega a los 1.40 metros. Además fueron encontrados vestigios del Hippidiun, animal prehistórico extinguido actualmente y que suele conocerse como el caballo americano.

Los primeros habitantes eran recolectores de plantas y frutos de la tierra. Su producción pictórica consiste en manos, escenas de cacería de guanaco y huellas de ñandú. Se hallaron otros elementos de gran interés, tales como fragmentos de puntas triangulares de proyectiles, cuchillos y demás utensilios de piedra.

El grupo de los casapedrenses pertenece al segundo período, que data del 5,300 a.C. Sus pinturas representan hembras de guanacos preñadas de colores rojo y negro, así como puntos y círculos amarillos y blancos. Al parecer, el guanaco era la principal fuente de sustento de este grupo y sus pinturas hacen énfasis en grandes círculos de emboscadas y en las hembras preñadas que proporcionaban al cazador, no sólo su carne, sino también el agua (líquido amniótico) de su placenta. A este grupo de cazadores especializados también pertenecen varias herramientas cortantes de piedra, aunque se destaca la ausencia total de puntas de flechas.

Se halló gran cantidad de bolas de piedra que pudieran ser las más antiguas boleadoras sudamericanas, obviamente el arma favorita de este período. La boleadora es un arma de caza muy efectiva que, arrojada con habilidad, se enreda en las patas o cuello de cualquier animal. Hay evidencia de que este grupo desapareció alrededor del 3,500 a.C., debido a intensos cataclismos de origen volcánico en la cordillera.

Finalmente, se ubicó al último grupo que data del 1,450 a.C. Sus diseños característicos son siluetas humanas, manos de colores negro y rojo, y figura de “matuastos”, una suerte de lagartos patagónicos.

Existen distintas hipótesis que intentan explicar el origen de las pinturas prehistóricas. La primera de ellas supone un acto casual o lúdico de algunos nativos con cierta creatividad. La segunda hipótesis presume que el hombre prehistórico poseía creencias mágicas y, debido a esto, pintaba animales para propiciar una buena cacería. A través del estudio del comportamiento de culturas primitivas más cercanas a nuestro tiempo, se supo que los rituales mágicos en la prehistoria eran una actividad fundamental. Probablemente por ello los pintores ocuparían un lugar destacado en la comunidad al ser los portadores de un sentido colectivo de seguridad frente a la lucha por la subsistencia. Sólo queda explicar la tercera hipótesis. (Continuará)

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