Las manos en la Cueva de Maltravieso (I)

Carlos Evia Cervantes: Las manos en la Cueva de Maltravieso (I)

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Esta caverna se descubrió en la década de los años cincuenta, durante los trabajos de explotación en un banco de piedra caliza situado en los alrededores de la ciudad de Cáceres, España. En 1956, Carlos Callejo Serrano constató la existencia de las manifestaciones rupestres a las que atribuyó una antigüedad correspondiente al Paleolítico Superior resaltando su excepcional valor arqueológico. Así lo publicaron Sergio Ripoll López, Eduardo Ripoll Perelló e Hipólito Collado Giraldo.

La cavidad se encuentra al sur de la ciudad de Cáceres, en un afloramiento calizo y a unos 1,400 metros del centro urbano citado siguiendo la carretera hacia Miajadas. En la actualidad la cueva tiene una longitud de unos 30 metros, aunque en el momento de su descubrimiento contaba aproximadamente con 150 metros; poseía dos salas más documentadas por Martín Almagro Basch y Carlos Callejo Serrano (1962), que fueron destruidas por las explosiones para el aprovechamiento de cal efectuadas durante los años cincuenta. La cavidad presenta un recorrido lineal con una ligera, pero constante pendiente desde la Sala de la Entrada hasta el fondo de la cueva llamada Sala de las Chimeneas, donde se situaría el acceso originario.

En el conjunto de las manifestaciones rupestres de Maltravieso se puede constatar tanto la utilización de la pintura como del grabado. En cuanto a la pintura encontramos el uso de diferentes pigmentos, fundamentalmente rojos, posiblemente obtenidos del propio sedimento del suelo en la cueva, y en menor medida, los tonos marrones, negros y blancos, con los que se han pintado manos, dibujos ideomorfos y figuras zoomorfas.

El tema predominante en esta cueva son las impresiones de las manos, que se encuentran en 20 de 29 paneles. En el inicio de los actuales estudios, el corpus de manos sumaba un total de 37, pero después de los últimos análisis el número ascendió a 55. En menor cantidad, hay otras figuras, ya sean grabadas o pintadas de animales, trianguliformes, líneas paralelas y conjuntos de puntos, que aparecen en los diferentes paneles. En cuanto a las figuras de la fauna se distinguen bóvidos, cérvidos y caprinos.

Todas las improntas de manos fueron pintadas en su mayoría en ocre rojo; en menor número, con pigmentos negros y blancos. Los autores de esta investigación piensan que las impresiones se elaboraron apoyando la mano, bien sea la palma o el dorso sobre la superficie y posteriormente se aplicaría el pigmento mediante soplado, creando el negativo, aunque no descartaron el posible empleo de otras técnicas.

La ausencia de contexto arqueológico, tanto en el interior de la cueva como en sus inmediaciones, dificultó el establecimiento de una adscripción cronológica y cultural precisa, pero los especialistas en el periodo prehistórico Francisco Jordá Cerdá, Henri Breuil y el mencionado Almagro situaronla antigüedad de las pinturas en el Paleolítico Superior. (Continuará).

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