Acaba desinterés con vestigios en 'Luis Echeverría Álvarez'

El INAH prefiere enfocarse en explorar Oxtankah, en lugar del pueblo en donde hace dos lustros la gente acudía en triciclos para aprovechar las lajas de piedra sueltas con que delimitaban sus propiedades.

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Las personas iban a las ruinas exclusivamente a llevarse la piedras sueltas que utilizaban para delimitar sus terrenos. (Francisco Sansores/SIPSE)
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Ernesto Neveu/SIPSE
CHETUMAL, Q.Roo.-El par de vestigios arqueológicos ya vieron pasar sus mejores tiempos. Hasta hace dos lustros, la gente acudía con triciclos y carromatos para aprovechar las lajas de piedra sueltas en la base de la estructura para delimitar sus propiedades con albarradas en el pequeño pueblo de Luis Echeverría Álvarez, otrora productor de sal y pesquería, y más recientemente de coco de agua, palma y guano para palapas.
 
“Muchos venimos de fuera. Acá había tierras y se daba mucho la actividad del cocotero. Lo de la sal, pues fue un fracaso. Pero es cierto. La gente venía a las ruinas y se llevaba lo que podía. Luego vino una señora, creo que arqueóloga, con un grupo de personas y por la parte de atrás hallaron una entrada y una especie de entierro. No sacaron mucho, algunas cuentas de jade (jadeíta) cubiertas de barro y una osamenta pequeña. Eso ya tiene muchos años”, nos cuenta don Mario, un sexagenario oriundo de Veracruz que pasaba frente al lugar, que no tiene un nombre y que, inexorablemente, sucumbe a las arremetidas de la naturaleza y del tiempo.
 
El hecho es que, de las albarradas de entonces en el poblado, ya no hay muchas, como tampoco queda gran cosa del antiguo vestigio maya, que asegura le gente, es una tumba ancestral.
 
“Por aquí pasábamos para ir a Punta Lagarto. Pero era como una vereda nada más. Decían que espantaban, que salía un espectro cuidador de las tumbas. Yo me acuerdo que cuando vino la arqueóloga excavaron mero en el centro, desde arriba, y como a la mitad de profundidad encontraron otro entierro. Ese si era el macizo, porque tenía el cuchillo de mando, que era de empuñadura de jade, de lujo. No sé qué hicieron con él, pero se llevaron todo. Había más cosas… vasijas, como piedras de un collar. Todo se lo llevaron. Eso fue mucho antes de que comenzaran a escarbar en Oxtankah. Allá trabajé tres meses. Pagaban bien pero era una friega. Había que pasar por la criba todo el material que salía de la excavación”, platicó Miguel Salazar Morales, también llegado del estado de Veracruz cuando niño.
 
De acuerdo con publicaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), correspondió a la antropóloga Hortensia de Vega Nova la investigación y restauración de los vestigios de esa zona. Sin embargo, concentró sus esfuerzos en Oxtankah, mucho más amplia y rica en vestigios históricos.
 
“Ya nadie viene. Nosotros teníamos costumbre de llegar temprano para echar relajo hasta arriba. Pero éramos chamacos. Las ruinas se fueron quedando ahí. No hay ya nada que sacar. Todo se lo llevaron los colonos y los investigadores. Yo creo que nunca le van a meter mano porque ya está como enterrada y llena de maleza, igual que la otra, que es más chica. Pero le digo, ya nadie viene”, afirmó Miguel, de 42 años de edad y dedicado a labores del campo, luego de formar parte de la Marina durante mucho tiempo.
 
 

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