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La recomendación de tomar ocho vasos de agua al día no tiene fundamento científico. (www.batanga.com)
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CANCÚN, Q. Roo.- Seguro has escuchado que se deben beber dos litros de agua al día, recomendación que en zonas tan calurosas y húmedas como el Caribe mexicano, no es nada descabellada, sin embargo, ¿sabías que no hay estudios que prueben la necesidad de dicha cantidad del vital líquido para dar bienestar al cuerpo?

El Dr. Heinz Valtin, profesor emérito de la Escuela de Medicina de Dartmouth, en Estados Unidos, publicó en 2002 una extensísima revisión de la literatura sobre el asunto en la prestigiosa revista de la American Physiological Society. Y a pesar de que sus conclusiones –al igual que las de otros artículos posteriores– son totalmente opuestas a la recomendación cuantificadora de agua, el mito no ha perdido nada de fuerza, más bien lo contrario: está más extendido, informa Juan Revenga Frauca en el portal web elcomidista.elpais.com.

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Ese trabajo, titulado: “Beba al menos ocho vasos de agua”. ¿En serio? ¿Existe evidencia científica? (“Drink at least eight glasses of water a day.” Really? Is there scientific evidence for “8 × 8”?), se prolongó durante más de 10 meses y llegó a algunas conclusiones, acreditadas hasta el más mínimo detalle, que seguro no te dejarán indiferente. Entre ellas:

  • No existe documentación científica seria que apoye la recomendación general o para todo el mundo sobre el presunto beneficio de beber ocho vasos o dos litros de agua al día.
  • Esa recomendación puede resultar excesiva para un adulto medio, sano, en un clima templado y con una vida sedentaria, es decir para alguien que realiza un trabajo de oficina durante la mayor parte del día, y que puede (o no) hacer un ejercicio moderado sin demasiada sudoración.
  • No solo no hay evidencia de que no se deba recomendar beber tanto, si no que dicha recomendación podría ser más perjudicial que beneficiosa si se tiene en cuenta el riesgo de una eventual hiponatremia (bajos niveles de sodio en sangre) potencialmente peligrosa. 
  • También hay ciertas situaciones en las que se deberían recomendar mayores cantidades de líquido que la mencionada. Ejemplos habituales serían las personas con cálculos renales y aquellas que realizan un esfuerzo físico extremo, en especial en ambientes cálidos.

Este ensayo no es la única voz discordante al respecto. Sí fue la primera vez que se rebatió seriamente, pero desde el 2002 han aparecido unos cuantos más. Así, el artículo publicado en 2007 en la relevante revista British Medical Journal titulado Mitos sanitarios o médicos (Medical myths) también lo pone de relieve en sus primeros párrafos, trayendo a colación precisamente la extensa revisión antes mencionada.

      Imagen: sousas.com

Los orígenes del mito-consejo

No hay un consenso de dónde o cuándo procede exactamente el mito, pero sí varias teorías, en cualquier caso, de lo que sí podemos estar casi seguros es de que se trata de un mito exportado desde Estados Unidos. 

Por un lado estarían las opiniones personales que varios profesionales de la nutrición han plasmado en diversos medios –nunca científicos– a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, sin aportar una evidencia científica sólida concreta del porqué es beneficioso beber diariamente una determinada cantidad de agua.

En este sentido es preciso volver la mirada hacia los doctores Fredrick J. Stare y Margaret McWilliams, quienes en 1974 publicaron con cierto éxito un libro (Nutrition for Good Health: Eating Less and Living Longer!) en el que le dedicaban un pequeño fragmento a la cuestión hidratante que textualmente decía así:

"¿Cuál ha de ser la cantidad de agua diaria? Es algo que generalmente está bien regulado por diversos mecanismos fisiológicos, pero para un adulto medio, alrededor de seis a ocho vasos cada 24 horas, pudiendo llegar a esta cantidad con otras bebidas en forma de café, té, leche, refrescos, cerveza, etc. Las frutas y verduras son también buenas fuentes de agua".

Es importante tomar en cuenta que se debe tener presente que los líquidos que consumimos no vienen solo en este formato. Una persona que tome en una comida un caldo o sopa fría, ensalada y fruta típica de verano como sandía o melón, no tendrá la misma necesidad de beber agua que alguien que se coma una paella. El clásico "comer agua" también cuenta.

Sin embargo la respuesta a cuánta agua se debe beber para estar saludable es: la que, literalmente, te pida el cuerpo.

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