Hablar de resiliencia se ha puesto de moda otra vez: el concepto es empleado por académicos, expertos o autoridades en conferencias, discursos, talleres y espacios de reflexión. ¿Qué es? Se entiende como la capacidad de adaptarse positivamente a situaciones adversas, aunque ha experimentado importantes cambios el último tiempo.

Un ejemplo: en el marco de la Quinta Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres llevada a cabo recientemente en Cancún, autoridades de organismos internacionales del Caribe y de la OEA, funcionarios de los tres niveles, representantes diplomáticos, empresarios, líderes sociales y académicos, participaron en el Conversatorio “Desarrollo de Resiliencia Turística”.

Lo anterior, con el objetivo de crear alianzas, promover la discusión y aprender de las experiencias de otros países o regiones en el contexto de cambios no previstos, incluidos los desastres naturales o incidentes catastróficos, tan comunes en esta zona del país.

Pues bien, entendiendo que así como existe la “turística”, ¿sabía que Playa del Carmen es la primera ciudad del país con “perfil de resiliencia urbana” y Atlas de Riesgo? Quiere decir que tiene la mejor capacidad de prepararse y recuperarse del embate de algún fenómeno natural, sobre todo de huracanes, inundaciones e incendios forestales, considerados los tres peligros constantes.

Esta distinción se la otorgó la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano del Gobierno de la República, tras lo cual debe seguir la elaboración de manuales y procedimientos; la implementación de políticas recomendadas, específicas y enfocadas, así como la adecuación de la normatividad. Porque una condición así no se obtiene de manera fortuita ni es suficiente para estar a salvo.

Durante el mismo encuentro de la UNISDR -donde le fue conferida esta característica-, la presidenta municipal de Solidaridad, Cristina Torres, indicó que “si alguien sabe de resiliencia y de protección civil, es Solidaridad: su posición geográfica la coloca en una zona de riesgo, por lo que el gran reto tiene que ver con la alta inmigración y en cómo trasmitir nuestra arraigada cultura de la prevención a quienes diariamente llegan a vivir”.

En tal sentido, han aportado las adecuaciones y supervisiones de los refugios anticiclónicos; la reforestación de áreas propensas a inundaciones; la limpieza de los arenales, así como las capacitaciones de Protección Civil, la comunicación fluida con recintos de hospedaje o la articulación de esfuerzos con empresarios y habitantes.

La capital de la Riviera Maya se convierte en ejemplo de trabajo coordinado no solo para las otras 15 ciudades que integran la Red Nacional de Ciudades Resilientes, sino para toda la república. “No esperemos a que la normatividad nos obligue o que la misma naturaleza nos cobre”, sugirió la presidenta, con justo temor, en esa oportunidad.

Los demás destinos turísticos de Quintana Roo no pueden esperar.

 

Desorbitado

Rumbo al Día Mundial de los Océanos, a conmemorarse el 8 de junio, se estima que el 90% de la polución marina procede de actividades humanas realizadas en tierra firme. Al año depositamos aproximadamente 10 millones de toneladas de residuos en los mares, cantidad que equivale a un camión de basura cada minuto. Los plásticos como bolsas, envases, tapas, popotes o filtros, matan a un millón de pájaros y a 100 mil mamíferos marinos al año.

Por si esto fuera poco, el calentamiento de los océanos corresponde a como si estuviéramos explotando cinco bombas de Hiroshima cada segundo. Todos los anteriores son datos vigentes proporcionados por la ONU.

En Quintana Roo se ha detectado contaminación y devastaciones que afectan los ecosistemas principalmente del mar Caribe, por lo que persiste un enorme reto en la materia. La resiliencia debe ser completa.