Chiquero tóxico y riesgoso

Bastaría con las elevadas dosis de estupidez que antecedieron a la destitución –le llaman “suspensión temporal”– de Mario Castro Basto de la representación de Diconsa...

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Bastaría con las elevadas dosis de estupidez que antecedieron a la destitución –le llaman “suspensión temporal”– de Mario Castro Basto de la representación de Diconsa en el estado, con la causa inmediata de haber tirado y dejado podrir unas cuatro toneladas de alimentos en los patios de la dependencia federal en Chetumal, pero por desgracia la descomposición no es sólo de abarrotes ni se limita a la distribuidora de la antigua Conasupo, sino que se trata de todo un tejido de corrupción armado por un hombre y sus aprendices que se resiste a dejar el poder a pesar de la estrepitosa derrota en la urnas: Félix González Canto.

Mas la idiotez de las despensas botadas no fue la causa de la defenestración, sino el descubrimiento de corruptelas y desvíos de recursos sustanciales. El inverosímil desfalco en Liconsa perpetrado por Karla Blancas Pizaña a favor de candidatos del PRI tuvo el mismo tenor: fuera formalmente del gobierno del estado y con su sucesor Roberto Borge Angulo casi a salto de mata, el senador priista quiere seguir manteniendo el control político y económico, pues el proyecto de su socio el “Niño Verde” Jorge Emilio González Martínez para gobernador sigue vigente.

La caída de Castro Basto se dio justo cuando Félix acababa de imponer a uno de sus dorados, el expresidente municipal de Cozumel Fredy Marrufo Martín, en la delegación de la Sedatu federal, a quien la edil insular Perla Tun Pech ya denunció ante la PGR y la Fiscalía General del Estado por graves irregularidades en el manejo de recursos municipales por casi 406 millones de pesos.

Pero la historia de delegados ha sido patética de punta a punta, y aunque parezca imposible por lo menos iguala en estado de putrefacción a lo ocurrido en la administración estatal durante los dos periodos anteriores, y no termina.

Si la ira de Carlos Mimenza Novelo contra Félix y secuaces no es gratuita: se supone que habría aportado algo así como 20 millones de pesos para la fallida campaña de Mauricio Góngora Escalante, quien le iba a cuidar la silla al Niño Verde en espera del negocio grande, pero grande, y ahora está que no lo calienta ni el sol pues le dijeron que “ni modo”, pues en política se gana pero también se pierde.

El primer descarrilado de los guardianes de las cajas chicas de Félix y de Borge fue Fabián Vallado Fernández, quien fue corrido de la delegación de Sedesol que descaradamente manejó con propósitos electorales. La red de malversación de programas sociales incluyó a Mariano Angulo Alamilla, quien salió por piernas de Prospera antes que correr la misma suerte que Karla Blancas, pero los años que llevan operando ilegalmente los programas sociales los priistas los tienen tan comprometidos, que el evidente enojo del gobernador Carlos Joaquín González por el nombramiento de Marrufo los debe tener temblando, pues las amenazas de campaña cada vez tienen mayores visos de convertirse en cárcel o por lo menos inhabilitación.

Mas no es la indeclinable cruzada anticorrupción del gobernador lo único que debe preocuparles a todos, pues los excesos de poder y los abusos los han metido en todo tipo de relaciones peligrosas que ahora lucen de alto riesgo.

Fabián Vallado y Many Angulo tienen cercanía –acaso demasiada– con una mujer inestable y peligrosa, que tal vez se atrevería a revelar asuntos peliagudos a conveniencia. Ella, de historia personal tórrida y protagonista de escándalos que no son nuestro asunto, fue una de las primeras cabezas en rodar en el gobierno de Cozumel de Perla Tun, en diciembre pasado, no sólo por su pésimo desempeño sino por haber cometido el delito federal de usurpación de funciones, pues al ser directora precisamente de Desarrollo Social se ostentaba falsamente como licenciada en Comunicación Visual. Se dice que está desesperada y que no dudaría en vender información al mejor postor.

Un chiquero tóxico y de muy alto riesgo.

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