Licety Díaz/SIPSE
CANCÚN, Q.Roo.- Raúl Joaquín Pedro St Jago, de 26 años, nacido en Curasao y de nacionalidad holandesa llegó a Cancún el 19 de enero de este año, con el propósito de realizar estudios e investigaciones sobre la cultura maya y desde hace tres días se desconoce su paradero.

Luego de un período corto en la ciudad donde residió en un hostal, decidió trasladarse a Playa del Carmen, donde vivió en casa de su amigo Andy Versteeg, el cual comentó que el último contacto con Raúl Joaquín fue el jueves 2 de mayo en la noche y cuando despertó ya no estaba en el domicilio.

El viernes 3 de mayo, es la última vez que se comunicó con su padre Rudy Joaquín Pedro St Jago, el cual le dice que viajaría a Cancún el 6 de mayo para buscarlo.

Su papá declaró que le había llegado un recado de su hijo vía Facebook, donde le comentaba que no le había ido bien en los últimos tiempos e incluso no tenía buenas condiciones de vida por problemas económicos, pues se había quedado sin dinero.

Pedro St Jago, el sábado 5 de mayo le mandó 60 dólares para que sobreviviera hasta que él llegara el lunes a Cancún. Acordaron que lo iba a recibir en el aeropuerto en el vuelo que llegaba a las 12:30 horas, pero nunca llegó.

Desde entonces lo busca porque no sabe nada de él, por contactos de amigos de su hijo en el municipio de Benito Juárez supo que se había ido a Isla Mujeres por dos días, lo cual pudo confirmar con una oficina del lugar donde se quedó en dicho territorio.

Luego regresó a Cancún y es cuando se pierde el rastro. Pedro St Jago al sentirse atado y ver agotados sus recursos decidió el 9 de mayo poner una denuncia de extravío de persona, en la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), notificada en el acta circunstanciada 657/2013.

Amigos del desaparecido en Cancún, también se unieron a la búsqueda y en la red social de Facebook, donde han puesto su foto por si alguien lo ve, aporte información.

La única forma que tenía su padre para comunicarse con él era por el Facebook, ya que su hijo perdió el teléfono.

Entre las señas que dio para reconocerlo es una cadena de plata que nunca se quita y un lunar en la cara, en la mejilla derecha.