Día de la Independencia: Contraataque

La tijera del editor se nota en toda la película, cuando debería ser invisible.

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Los alienígenas vuelven más grandes y fuertes pero Emmerich. (Contexto/Internet)
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Por Rafael R. Deustúa

Hace algo más de veinte años Roland Emmerich y Dean Devlin bebían tequila en una casa de Puerto Vallarta, Jalisco, imaginando las escenas más desquiciadas e impactantes que la reciente tecnología de efectos digitales les permitiera realizar, el resultado fué “Día de la independencia”, incoherente pero impactante. Su secuela tiene todo lo que la primera... excepto carisma.

En 1996 los humanos introducen un virus informático en la nave nodriza de los invasores (supongo que usaban Windows), una idea imbécil, pero inteligente comparada con el nuevo guión. Los alienígenas vuelven más grandes y fuertes pero Emmerich y compañía están entretenidos en contarnos un montón de historias sin interés que se anulan unas a otras.

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La nueva nave extraterrestre, de 4,600 kilómetros de diámetro -cubriría México por completo-, es demasiado grande, al igual que el ánimo de Emmerich por introducir demasiados personajes y líneas argumentales. Además de los personajes “viejos” tenemos un puñado de jóvenes y a cada uno le quieren dar espacio, por lo que el resultado es una confusa sucesión de escenas que no te interesan.

La tijera del editor se nota en toda la película, cuando debería ser invisible. Lo imperdonable es que recorte hasta las escenas de acción -lo que uno espera de éste filme- para convertirlas en un amasijo de imágenes insaboras. Es obvio que la idea original era mayor y se recortó a la fuerza por presupuesto, tiempo de pantalla o ambas... o sólo para vender después una “versión del director”.

En actuaciones logran destacar Bill Pullman (el presidente de la primera) y Maica Monroe (su hija piloto en ésta), que aprovechan los breves momentos que tienen. Jeff Goldblum esta medio perdido con su personaje, al igual que Liam Hemsworth. A Brent Spinner (el científico del área 51) le dan más tiempo de pantalla, pero sobreactúa. Los demás pululan por ahí y estorban con frecuencia.

El gran protagonista es la acción y cumple, pero también prueba que sin hilo emocional conductor -como un personaje que no quieres que muera-, una gran explosión no es tan fabulosa. Falta originalidad, hay un escuadrón de combate de elite tipo Top Gun, por ejemplo... pero si sigo hablando revelaré demasiado. También queda la sensación de que pudieron recortar subtramas para centrarse en éstas secuencias de acción, alargarlas y mejorarlas.

Ahora es claro que Will Smith sabía lo que hacía al no entrar a éste proyecto.

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