Empresarios piden permiso a aluxes para que puedan construir

Tras el ritual de un sacerdote maya, trabajadores de un complejo vieron buenos resultados.

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Gonzalo reza a Dios, Jesús, en maya y en español, mezclados con una ofrenda a los aluxes, un híbrido religioso cultural que funciona mejor. (Sergio Orozco)
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Juan Carlos Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Apenas durante la primera semana de que una compañía había arrancado sus trabajos para un complejo millonario en la Riviera Maya, ya se habían descompuesto dos máquinas, no dejaba de llover y un trabajador dejó de ir, pero cuando llevaron “casi como una recomendación obligatoria” a un sacerdote maya para hacer una ceremonia, pedir permiso y perdón a los aluxes, a los dioses prehispánicos y a Jesucristo, que deje a los nuevos dueños trabajar la tierra, todo se calmó: dejó de llover, las máquinas no se descompusieron y recuperaron el tiempo perdido.

Esta práctica es común cuando comienzan los desarrollos; ingenieros, arquitectos y profesionales de la construcción cuentan que empiezan con problemas hasta que hacen el ritual, no lo creen, pero lo hacen, y tras los problemas que enfrentó una empresa con sus trabajos, decidieron hacerlo, después quedaron sorprendidos del resultado.

Prefirieron guardar el anonimato, la práctica de la ceremonia está fuera de los parámetros profesionales, pero ahora fue parte de su protocolo, buscar un sacerdote maya.

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En la comisaría de Mucel (se pronuncia muquel), en el municipio de Chemax, Yucatán, está la casa de Gonzalo Caamal Hau, el único sacerdote del lugar donde hay alrededor de mil 500 habitantes, su hogar está a unos 30 metros de un cenote y a unos 50 metros de una pirámide que parece solamente un pequeño monte, porque el Instituto Nacional de Antropología e Historia no lo ha trabajado.

La pirámide está cubierta de rocas, algunas de ellas pintadas para formar la palabra “Venados”, el equipo de fútbol del lugar, sirve para ver desde ahí los partidos que juegan en la cancha justo enfrente, pero también sirve para los Vía Crucis, es un objeto que concentra una mezcla de catolicismo, el mundo prehispánico y los juegos paganos.

Cómo es ser un sacerdote maya 

Gonzalo vive esa mezcla también; hace 35 años, recuerda ahora a sus 72, que acompañaba a su suegro para llevar a cabo las ceremonias como su ayudante, generalmente era cuando iniciaban las siembras, para pedir a los dioses, a “Chaac” dice, sentado en una silla de su casa, en el patio trasero donde su hija y dos de sus yernos preparan comida e instrumentos para viajar a la Riviera Maya, donde harían la ceremonia para el desarrollo turístico.

Los conocimientos y el procedimiento de la ceremonia pasan de manera oral, en lengua maya, que es la que usan para comunicarse en la familia, así aprendió hasta que hace más de tres décadas su difunto suegro, sacerdote maya, enfermó, y no pudo ir a un pueblo a seis kilómetros para dar una ceremonia: era el turno de Gonzalo Caamal.

Mezcla cultural

Las personas que habían pedido a su suegro, el sacerdote maya en ese entonces, que fuera a brindar una ceremonia para la siembra, aceptaron que Gonzalo la hiciera, así empezó su período, cuenta a unos minutos de que abran el pib (horno de tierra en maya) y saquen el maíz preparado en una especie de tamal, unas piezas grandes para los humanos y otras más pequeñas para las criaturas llamadas aluxes, que según quienes los han visto, son de una piel de piedra, muy pequeños, de medio metro, muy rápidos que llegan a verse sólo como luces, platica Efraín Dzul Euán, yerno de Gonzalo, quien ahora lo ayuda en las ceremonias como él hace 35 años.

El sacerdote de Mucel asegura que no es curandero, pero personas han ido a buscarlo para que les ayude con malestares de salud. Un día llegó un hombre con un problema en una mano, lloraba de dolor, Gonzalo rezó y le recomendó también algunas hierbas y se recuperó.

Sin embargo, pese a lo politeísta de la cultura maya, Gonzalo reza a Dios Padre, Jesús, en maya, en español, mezclados con una ofrenda a los aluxes, un híbrido religioso cultural que funciona mejor, según él, si quien lo pide tiene fe porque no hay cosa difícil para Dios, "él da la orden y los demás dioses obedecen".

(Sergio Orozco)

¿Cómo se preparan?

Con la llegada de los megadesarrollos turísticos y hoteleros, el permiso con las ceremonias mayas dejó de ser para las cosechas solamente, a los foráneos que tenían problemas para empezar sus obras les decían los locales que debían cumplir con ese místico paso.

Alrededor del mediodía, Gonzalo, su hija Agustina, su esposo Pastor Hau Sen y su otro yerno, Efraín, suben sus utensilios y la comida preparada al vehículo que la empresa les envió para ir a la Riviera Maya.

Ya en el lugar donde están los trabajadores, fue preparado un espacio con una mesa de plástico, donde los cuatro comienzan a preparar el altar, improvisan un arco con un par de ramas a las que enrollan hojas semejando el arco de una iglesia, normalmente las hojas son del árbol jabín, colocan los alimentos sobre un mantel, las 12 piezas de maíz cocido más grandes que son para los humanos, van en la mesa, pero en la tierra, debajo del arco, son colocados los más pequeños, sobre un plato de unicel, a los lados dos velas encendidas y una jícara con balché, una bebida hecha a base de maíz.

(Sergio Orozco)

De la mesa, considerada el centro, son colocadas cuatro cruces en los cuatro puntos cardinales; Gonzalo dice que son para los ángeles de diferentes colores: rojo, negro, amarillo y blanco, que son los que cuidarán también a los nuevos dueños.

Frente a la cruz es puesta una vela encendida y a un lado una jícara con balché, y sobre una rama cercana es colgada otra jícara. La distancia es de unos 20 metros y los puntos se los indica Gonzalo a sus yernos Efraín y Pastor, mientras él y su hija Agustina terminan el altar.

El olor del incienso invade el lugar, los trabajadores están curiosos sobre el ritual, observan a la distancia, uno de ellos ayuda al sacerdote, le consigue ramas, platican en maya, los encargados de la obra observan.

¿Qué pasa en la ceremonia?

La ceremonia comienza, Gonzalo empieza a rezar, es mezcla de una misa católica, pide a Dios Padre, empieza con sus rezos, Agustina a dos metros, le sigue en los rezos. Sus yernos esperan sentados sobre unas rocas a unos 15 metros, en lo que les indican pasar el incienso sobre los cuatro puntos, o les piden que estén pendientes de que no se termine el que está bajo la mesa.

Después de los primeros rezos hace una pausa y pregunta a los encargados de la obra qué les pasa, ellos le comentan de las máquinas que se han descompuesto, del trabajador, de un camión al que se le acaba de romper la llanta, de la lluvia… Entonces Gonzalo sigue con sus rezos y pide al terreno que les permitan trabajar a “los nuevos dueños” la tierra.

(Sergio Orozco)

Al terminar en maya empieza a rezar en español, decía que lo hace también para que los que no hablan maya entiendan en qué consiste: Aves María y Padres Nuestro son escuchados, el permiso a los dioses, la mezcla.

Cuando acaba, pregunta si hay algún cenote cerca, con un poco de sorpresa los trabajadores le dicen que sí, él les dice que debe ir. Está a unos 50 metros de distancia, el acceso es difícil, hay que caminar sobre lodo por las lluvias de los últimos días, y después descender unos tres metros sobre rocas y raíces hasta llegar a una boca del cenote, cuando lo ve, sonríe, y les pide a los aluxes que dejen trabajar a los desarrolladores.

De regreso al altar, el último paso sería compartir los alimentos del altar, un poco de convivencia para más tarde regresar a Mucel, ya con el pago saldado por el ritual.

Una semana después se produjo la sorpresa de los desarrolladores y trabajadores: el tiempo mejoró, no se descompusieron las máquinas y avanzaron muy rápido, terminaron antes del plazo que habían fijado, del cual estaban preocupados por no cumplir, eso antes de la participación de Gonzalo y parte de su familia en la ceremonia.

(Sergio Orozco)

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