Enemigo Invisible, tensión palpable

El reparto lo encabeza Helen Mirren en comparsa con el difunto Alan Rickman, que deja una gran actuación.

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Más que efectos especiales, la riqueza técnica de “Enemigo Invisible” está en la edición, sonido y efectos.
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Por Rafael R. Deustúa

Pocos actores son capaces de mantener a la audiencia interesada en un conflicto moral a través de dos horas y cuando lo logran suele ser un drama intenso para unos cuantos pero somnífero para la mayoría. En “Enemigo Invisible” el director Gavin Hood sabe manejar a un excelente reparto para interesar a cualquiera por dos horas en una pregunta moral.

La operación de captura de un terrorista en Kenia, por parte de una coalición militar internacional se torna particularmente peligrosa cuando descubren entre la célula terrorista a dos atacantes suicidas que preparan un ataque. Cuando analizan atacar con misiles el lugar descubren a una niña en la casa de al lado y la decisión de disparar va y viene de militares a políticos que tratan de discernir si una muerte cierta se compensa por evitar decenas de posibles asesinatos.

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Con una trama simple, pero realista, la fuerza del guión radica entonces en los diálogos y para que estos sean creíbles, deben provenir de personajes bien definidos. Eso lo logró con maestría Guy Hibbert, quién evoluciona estereotipos comunes, como el militar implacable o el político convenenciero a figuras más complejas y creíbles. También consigue que la pregunta central del filme no canse ni pierda valor.

La mano firme de Hood en la dirección es la que, bien apoyada en la edición, crea una atmósfera inmersiva donde el suspenso aumenta lento pero constante, como una bomba de tiempo. Permite que el gran reparto que tiene se luzca con sus personajes, diálogos y monólogos, pero también se sale de lo tradicional en thrillers como éste en la forma de presentarlos visualmente, dándoles más intensidad.

El reparto lo encabeza Helen Mirren en comparsa con el difunto Alan Rickman -que deja una gran actuación para recordarlo como un gran actor mas allá del Snape de Harry Potter-, con la contrapartida más joven de Aaron Paul y Phoebe Fox. Los primeros son la experiencia y crean intensidad a base de buena actuación; los segundos -interpretan a pilotos de drones- sirven más para la identificación del público y se manifiestan con más intensidad para permitir un alivio de la tensión.

Más que efectos especiales, la riqueza técnica de “Enemigo Invisible” está en la edición, sonido y efectos, aparte de la musicalización. Con esos elementos se impone el ritmo de la película y se crea y mantiene el suspenso que es la clave central del filme.

Una vez acabada la película queda la pregunta latente y propicia para una larga charla o debate, así que el filme se presta para verse con amigos y realmente vale la pena verse.

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