De acuerdo con la descripción del museo, la vivienda de los mayas contemporáneos es construida por sus propios dueños, manteniendo en su elaboración costumbres ancestrales, inteligencia, racionalidad, economía y funcionalidad.

 

El clima caluroso de la región influye en la arquitectura, ya que, en su afán de protegerse, el maya crea microclimas al interior de su vivienda; el aire caliente sube a la parte superior de la casa y escapa por los resquicios del techo de la palma manteniendo un aire fresco en la parte media y baja. En la unión de toda la estructura se utilizan ensambles de horquetas y media cuña, y los amarres son hechos con bejucos.

 

Una casa tradicional mide aproximadamente ocho metros de largo, cuatro metros de ancho y cinco metros de alto. Su estructura está cimentada sobre cuatro postes principales llamados “okomo”. Los muros son de madera, de morillos o varas no muy gruesas. Tiene dos puertas, lo cual permite una ventilación cruzada; no existen ventanas. El techo es de una palmácea llamada guanoo o xaann, el cuál llega a durar hasta 30 años gracias a la impermeabilidad que le proporciona el humo del fogón.

 

Podemos encontrar “El patio”, el cuál es un solar o anexo agropecuario. En él se localiza el pozo o ch´e´en, importante fuente de las aguas subterráneas; el gallinero, so´oy; el chuiquero, kumché; los frutales, las hortalizas y el área de lavado de ropa.

 

El solar es un importante espacio productivo que complementa la alimentación que proporciona la milpa a la familia. Es un espacio laboral que es atendido por mujeres y niños.