Publicidad basura, un problema de contaminación y mala estrategia

Me cansa, me enoja cada ocasión que abro la puerta de casa y me encuentro con todo tipo de volantes y propaganda que terminan convertidos en basura.

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Me cansa, me enoja cada ocasión que abro la puerta de casa y me encuentro con todo tipo de volantes y propaganda que terminan convertidos en basura antes de que yo decida prestarles atención. ¿En verdad creen que voy a leer todo lo que recibo cuando es tan desagradable que su material ensucie mi banqueta, mi jardín, la entrada de mi casa…? Por supuesto que no.

Esto representa un tema serio de ecología,  no sólo por la cantidad de papel que se usa, sino porque todo esto termina ensuciando las calles, tapando coladeras, entre otras consecuencias.
He vivido en algunas ciudades dentro y fuera de México, ninguna tan limpia como Mérida, y debo decir también que en otros lados no me había encontrado con un problema como éste.

Ante mi molestia llegué a pensar que sólo ocurría por la zona donde vivo, al norte de Mérida. Así que me di a la tarea de hacer mi sondeo y le pregunté a cinco personas, entre conocidos y amigos, si también padecen este mal en las puertas de su casa. No me sorprendieron las respuestas, mis encuestados también son víctimas de la publicidad basura. Es curioso que esto suceda en Mérida, considerada una de las más limpias, ordenadas y seguras del país.

Admiro y respeto el trabajo de la publicidad bien hecha, de la creatividad que le imprimen a su actividad. Sin embargo, creo que es momento de que los publicistas echen a volar su imaginación para que replanteen su estrategia y encuentren otras maneras de hacernos conocer lo que nos quieren vender, sin contaminar.

Estos profesionales seguramente tienen sus mediciones para valorar la efectividad de un volante, seguramente las hay; pero al menos yo no soy parte de la estadística a favor de ellos, porque estoy cansada de que la bienvenida a casa sea sinónimo de basura.

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