Por Rafael R. Deustúa

Hace tres años Chad Stahelski sorprendió a Hollywood al ponerse tras la cámara tras una vida como doble de acción, logrando un violento pero llamativo filme que cuenta la historia de un asesino retirado que vuelve al trabajo para vengar que le roben su auto y mataran al perro que le heredó su esposa. Ahora repite la dosis pero sin el elemento emocional que validó la anterior.

Tras recuperar su coche Wick recibe la visita de Santino D'Antonio, un líder mafioso que viene a cobrar el favor que le permitió abandonar el crímen organizado. En principio se niega, para cumplir su promesa de retiro, pero de acuerdo con las reglas de la mafia de pagar su deuda o morir.

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En la primera entrega el universo imaginado por el guionista Derek Kolstad era apenas un marco pintoresco para la venganza de Wick, pero ahora le dan más protagonismo. Es ampliado para retratar el funcionamiento del crímen organizado y además le dan vida con una excelente dirección artística, convirtiéndose en lo mejor de un filme por demás repetitivo.

La dirección de Stahelski tiene la misma estructura linear de la primera entrega, pero su problema como narrador es que no renueva los motivos de su protagonista. En la primera cinta se dió tiempo para dar un valor emocional a la guerra de Wick pero en ésta ocasión no, así que su lucha también pierde interés después de un rato.

También comete un error común del cine de acción: permitir que su héroe parezca invulnerable; lo cual ocurre por estar metido en demasiados peligros sin que le pase nada. En consecuencia, uno deja de preocuparse por él y empieza cuestionarse si las viudas de sus víctimas reciben pensión.

Keanu Reeves lleva el papel con la misma calidad de antes pero por los problemas ya mencionados no luce tanto. El villano, Riccardo Scamarcio hace un buen rol viéndose como un snob despreciable, pero no representa una amenaza, menos por que su matón jefe es la diminuta Ruby Rose en un pésimo casting -aunque ella se esfuerza y tiene un buen momento.

Las coreografías de acción son buenas cuando Wick se enfrenta a algún matón profesional, pero entre esas peleas debe matar a una infinidad de peones haciendo repetitiva a la película y anestesiando las emociones.

Una película como para verse cuando la encuentren por casualidad en la tv, entretiene pero no da nada nuevo.