La encrucijada de la izquierda mexicana

Las próximas elecciones presidenciales de México se antojan las más tormentosas en décadas...

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Las próximas elecciones presidenciales de México se antojan las más tormentosas en décadas. El desgano del votante promedio por la incompetencia apabullante de la clase gobernante, la desilusión de decenas de promesas de campaña incumplidas, los escándalos billonarios de corrupción y la galopante delincuencia crean un ánimo pésimo para la madurez electoral de una nación.

El papel de la prensa en medio de este torbellino es esencial, dado que funge como el vehículo para canalizar opiniones y criterios razonables.

La responsabilidad de los medios en el linchamiento político de Marcelo Ebrard es innegable, a la larga estoy convencido que lamentaremos haber decapitado la izquierda centrista mexicana por el escándalo de la línea 8 de metro del Distrito Federal.

Cacería de brujas y ceguera de taller

La caza de brujas incansable por este tema nos dejó casi sin alternativa viable de izquierda en las siguientes elecciones. Desafortunadamente no tenemos la clarividencia política como nación para saber ver más allá de los gritos y apreciar el trabajo de calidad de un político más allá de un error cometido por asesores.

No apreciamos las decenas de logros de un gobernante pero nos cebamos en un sólo error y fuimos tan implacables que aniquilamos un buen dirigente porque no sabía de trenes.

El actual alcalde de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, acaba de anunciar que sí va a participar de la lid por la candidatura del PRD en las siguientes elecciones, eso no puedo negar que me hizo respirar de alivio.

No es que el PRD me parezca la panacea que necesitamos, pero la nación por puro empuje histórico y hastío, es normal que esta vez se incline por un gobierno de izquierda. He ahí la encrucijada que se presenta, pues tenemos de un lado la representación pura del despotismo y el populismo de Morena contra la racionalidad que ha demostrado, no el Partido de la Revolución Democrática, sino su gobernante en la Ciudad de México.

Queda poco tiempo para sacarnos de un experimento que, ojalá me equivoque, pero nos puede poner en el mismo plano que la infortunada Venezuela, pues no hay sistema político más perfecto para los déspotas que el populismo.

Crean, con ese medio el ambiente nacionalista fanático que nutre la línea de acción para limitar libertades y polarizar la sociedad y no hay un mejor caldo de cultivo que ese para gobernar por decreto y echar por tierra las instituciones que tanto esfuerzo nos ha costado levantar. Es papel también del Partido de la Revolución Democrática actuar de manera inteligente y no ahogarse en luchas internas que le han costado su acreditación como fuerza política madura.

Esta encrucijada no sólo es para los partidarios de la izquierda extrema o de centro, sino para todos los mexicanos, es hora que los partidos políticos actúen de acuerdo al abismo que se avizora y unan fuerzas en torno al candidato que se note más fuerte ante la alternativa de dejar caer los brazos y arrojarnos al priísmo de ultraizquierda. En este juego ganamos o perdemos todos, no hay términos medios

 

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