Los lastres más indeseables

Algo pasa con los esfuerzos para combatir los flagelos más crudos en Quintana Roo...

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Algo pasa con los esfuerzos para combatir los flagelos más crudos en Quintana Roo: la inseguridad, la corrupción, la opacidad y la impunidad. Calificarlos “flagelos” podría parecer una exageración, pero la realidad exhibe inestabilidad, inclusive crisis, en los ámbitos donde dichas temáticas indeseables no disminuyen.

Los esfuerzos podrían no fructificar, ser insuficientes o encontrar resistencias enraizadas. Por ello, tanto los análisis como las posibles soluciones deben provenir desde diversos sectores, no solo de “papá gobierno”. Porque parte de la culpa se debe a malas prácticas empresariales o escasa denuncia ciudadana, entre otras razones.

La inseguridad ha llegado a niveles de escándalo. Ayer, Novedades Quintana Roo publicó en su portada un trabajo de México Evalúa, el cual confirma lo presumido por muchos: los quintanarroenses son los que más gastan en medidas de protección, como candados, bardas y rejas. Según el documento “¿Cómo se protegen las ciudades con miedo?” ha impactado en los hábitos y la calidad de vida con aumentos sorprendentes.

En torno a la corrupción, el pasado lunes difundió este mismo periódico la violación a derechos humanos en penales del estado. El sistema penitenciario está “plagado de corrupción”, según la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (Enpol), realizada por el Inegi. El estudio arrojó que “muchas de las personas recluidas llegaron de un arresto, un proceso o una defensa llenas de irregularidades”. Una cifra alarmante: el 55.2% de los reos pidieron, como garantía, que no se les fabricara evidencias. Absurdo.

Acerca de la opacidad, en fecha reciente se conoció que, en lo que va del año, han sido presentadas 54 denuncias ante el Instituto de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Idaipqroo) debido a que los sujetos obligados, así como los entes públicos, no han colgado la información en sus respectivos portales de transparencia. De las 54, 25 son contra los ayuntamientos y 24 contra el Poder Ejecutivo. Del resto, tres contra el Legislativo y dos contra dependencias.

Sobre la impunidad abundan las estadísticas. Algunas descabelladas. Quizá basta saber que entre el 80% y el 90% de los delitos no se castiga. En cuanto a los asesinatos contra periodistas y activistas sociales se ha determinado que la impunidad es “el motor” de las agresiones. Las condolencias y las condenas no satisfacen a quienes sufren en carne propia.

La reflexión inicial respecto a que “algo pasa” debiera tener por objetivo hallar pistas que conduzcan a la solución, más que identificar los errores. Porque en todas estas temáticas –cabe insistir– fallan servidores públicos, empresarios, líderes de opinión y ciudadanos. Pareciera que falta voluntad y los esfuerzos son dispersos. Es cierto, se ha hecho parte de la tarea, pues Quintana Roo tiende a avanzar hacia la reconstrucción después de malos gobiernos. Aunque falta mucho por hacer.

El progreso depende de todos. Cada quien desde su trinchera debe atacar los problemas; de lo contrario, seguiremos en el subdesarrollo en asuntos vitales para la democracia.

Desorbitado

Otro lastre castiga a la mujer: México ocupa el primer lugar en violaciones en América Latina desde 2010. Se estima que cada minuto hay un ataque sexual. En promedio, registran 600 mil delitos sexuales cada año. Quintana Roo se encuentra entre los primeros 10, con una de las tasas más altas de casos de violación denunciados: 39.15 por cada 100 mil habitantes.

Este fue un ejercicio reciente de la locutora Lizzy Santoyo que sacudió las redes sociales de Cancún. Las fuentes son instancias reconocidas.

En ese contexto, otro dato vergonzoso: perciben 20% menos de salario que los hombres, por lo que la discriminación y el abuso contra ellas también está lejos de acabar.

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