Los muros del gabinete

El gobernador Roberto Borge y su equipo trataron con desprecio a los capitalinos.

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El equipo del gobernador Carlos Joaquín González –algunos estarían a otro ritmo– no debe tirar por la borda las toneladas de impresionante bono de confianza que la mayor parte de los quintanarroenses ofrendó a quien logró una hazaña electoral negada para panistas y perredistas, quienes con frecuencia estuvieron al servicio de mandatarios priistas.

Me concentro en la situación de Chetumal porque el gobernador Roberto Borge y su equipo trataron con desprecio a los capitalinos, confiando en una historia de ininterrumpidos triunfos que fue cortada de tajo por iracundos electores del sur que resistieron las caricias y amenazas de un priismo condenado a muerte por sus propios errores acumulados.

Carlos Joaquín avanza a otro ritmo por su compromiso con la historia, pero en su gabinete hay figuras que tienen una visión muy limitada, evitando el contacto con periodistas que perseguimos información quizá por desconfianza. Este comportamiento nos da un parámetro del gabinete que se ha rezagado en su aceptación a nivel colectivo, precisamente en una capital que sigue muy de cerca el desempeño de sus altos burócratas.

A manera de prueba, dos altos funcionarios –de la Secretaría de Infraestructura y Transporte (Sintra) y de la Secretaría de Gobierno– interrumpieron la comunicación por whatsApp conmigo, algo novedoso en mi caso porque hasta con ex gobernadores he conversado por esta vía.

Muchos chetumaleños se han quejado de ese muro que han construido y ampliado funcionarios obligados al diálogo permanente, no sólo cuando se acerquen las elecciones que provocan un giro de 180 grados en quienes persiguen candidaturas o ya las tienen en la bolsa.

Chetumal es una capital con personalidad, ganada a pulso cuando trituró al gobernador Roberto Borge y sacó al PRI a patadas de la alcaldía capitalina. Pero despilfarrar el bono de confianza electoral es una acción temeraria que puede sorprender negativamente a quienes en 2018 persigan posiciones electorales, confiando –como Roberto Borge– en los inagotables yacimientos de perdón y olvido.

Los muros arrogantes de estos funcionarios de la Sintra y la Secretaría de Gobierno son un riesgo para ellos, y quizá puedan comprenderlo cuando ya sea demasiado tarde.

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