“Mis hijos creen que una llamada es suficiente”

Naty dice que antes no le importaba, pero cuando enviudó la soledad la invadió.

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Muchos ancianos no tienen un techo ni plato de comida. (Tomás Álvarez/SIPSE)
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Claudia Olivarría/SIPSE

CANCÚN, Q. Roo.- El dolor de piernas al subir escalones o banquetas es uno de los principales problemas que enfrenta Natividad Cruz Camacho cuando sale a la calle, pero si no lo hace en su mesa no habría comida, su casa no tendría luz y agua, y mucho menos podría hacer todo lo que hace si no visitara periódicamente a su médico familiar.

 
Para doña Naty, como pidió ser llamada, la soledad la envolvió hace tres años cuando enviudó, y desde entonces sobrevive cada día y aún no se acostumbra a la soledad luego de 50 años de convivencia en la que procreó tres hijos que se acuerdan de ella cuando necesitan algo o el 10 de mayo.
 
La última vez que vio a la mayor de sus tres hijos fue el 15 de mayo. “Mis hijos creen que una llamada telefónica a la semana es suficiente, antes no me importaba porque mi esposo y yo nos acompañábamos, pero ahora que la soledad me atrapó sí los necesito, hay cosas que no puedo hacer y no me atrevo a meter a nadie extraño a la casa porque estoy sola”, comentó la entrevistada.
 
Naty es una mujer de tez clara, ojos verdes que se le ven azules por las cataratas que tiene, la piel delgada y plegadiza del rostro y cuerpo está matizado con pecas, la fuerza de sus manos ha menguado y por momentos se mueve involuntariamente, pero ella cruza los brazos o sostiene su bolso con firmeza para contrarrestarlo. 
 
La coquetería femenina no la ha perdido, porque sus prendas, aunque gastadas lucen limpias y planchadas, además que hacen juego con el calzado, los accesorios y el bolso.
 
La soledad en la que vive es la situación de otras personas de la tercera edad, en su caso sufre el abandono social de sus hijos, que creen que con la pensión y la casa que le dejó su difunto esposo es suficiente.

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