Realizan compras de gas ante rumor injustificado en Chetumal

Ayer se aglomeraron en la planta abastecedora de una gasera para prevenir que la cena de Navidad se quede a medias.

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Larga fila hicieron los othonenses para llenar sus tanques de gas y asegurar así, la preparación de la cena de Navidad. (Ernesto Neveu/SIPSE)
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Ernesto Neveu/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Cientos de chetumaleños se aglomeraron en el interior y a las afueras de la planta abastecedora de una empresa de gas en la capital, en el antiguo camino a Subteniente López, para llenar sus cilindros en el último minuto, anticipando que hoy no habría servicio. Eso fue lo que se pudo apreciar en el sitio.
 
Sin embargo, ya entre los apurados clientes, una comunicación a través de radio habría corrido como reguero de pólvora entre muchos otros, porque después de escuchar: “Oye compadre, dicen acá en la planta que no va a alcanzar el gas. Pícale cuando menos con uno (un tanque), porque mañana quién sabe si haya”, hizo voltear a varios de los presentes, y pocos minutos antes de la una de la tarde, hora de cierre normal, decenas de capitalinos comenzaron a llegar para abastecerse.
 
La planta despachadora de gas butano, la que queda más cerca de la capital, cerró el sábado a la una de la tarde en punto y el movimiento no fue tan notorio como el domingo, pues desde antes de que abrieran el portón, a las 7:30 horas, ya había gente aguardando a las afueras para llenar su cilindro, justo un día antes de la Navidad, cuando las familias acostumbran cocinar más platillos laboriosos y, por supuesto, en mayor cantidad. Ambos hechos fueron comentados por el guardia de seguridad privada a cargo, de manera extraoficial.
 
El arribo de gente era nutrido, pero controlable. La actividad se destapó cuando alguien escuchó murmurar en la oficina de cobro, que probablemente se agotaría el gas, que no vendieran más de la existencia probada y que, en todo caso, recargarían hasta mañana a primera hora.
 
Lo anterior derivó en que uno de los ciudadanos que hacía fila para el pago usara su radio para avisarle a algún compadre o amigo que no alcanzaría el gas para todos. 
 
Después de la plática, casi de inmediato comenzaron a llegar más vehículos, a tal grado que ya no era posible llegar hasta la entrada de la gasera en auto, por lo que muchos los dejaron estacionados a cierta distancia, para completar a pie el camino a la abastecedora, quizás unos 500 metros.
 
Pero la cajera, que apremiaba a los clientes golpeando con la mano la meseta por debajo del cristal polarizado para ver sólo hacia afuera, siguió vendiendo kilos de gas hasta cerca de las 14 horas, es decir, una hora más de lo acostumbrado. 
 
Para entonces, el propio guardia avisaba a la gente que se estaba quedando fuera que hoy continuarían vendiendo combustible de 7:30 a 17 horas, como comúnmente lo hacen, y que no había por qué preocuparse.

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