Sobreviven al exilio de la Quinta Avenida los “cocheros”

Los vendedores de antojitos mexicanos recuerdan los tiempos en los que se instalaban en pleno centro turístico.

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Los "cocheros" se encuentran desde hace dos años en el parque Leona Vicario, donde poco a poco han recuperado a su clientela. (Igor Cabrera/SIPSE)
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Igor Cabrera/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Hace 40 años, cuando esta ciudad era un pueblo desconocido para el resto del mundo, la gastronomía yucateca ya era cosa de todos los días. La cochinita pibil, el relleno negro y el lechón al horno, se vendían sobre la Quinta Avenida a pescadores y pocos turistas, tradición que ha sobrevivido con los cinco vendedores ubicados en el parque “Leona Vicario”, a los que se les ha unido otro tanto en los últimos tiempos.

Los “cocheros”, como también se les conoce, se establecieron en una época donde las necesidades eran las de un pueblo lento, donde la mayoría de los barcos pertenecían a pescadores de la zona y en general había pocos turistas que llegaban desde Cozumel.

Fue en aquel tiempo cuando don Julio Reyes se hizo de un coche ambulante, que medía dos metros de largo por uno de ancho, para vender lo que sus abuelos le enseñaron a preparar.

“Era otra época, a pesar de que no había tanta gente fuimos creciendo poco a poco, empezamos con dos carritos y luego cuatro, a todos nos iba bien” comenta don Julio.

Narra que iba todos los días a ofrecer sus ahora conocidos tacos y tortas a la Quinta Avenida, lugar predilecto para el negocio de la comida.

“Le vendíamos a la gente que llegaba en los barcos, a los pocos turistas y a la mayoría de los locales”, recuerda don Julio, quien explica que desde hace dos años su negocio ya no tiene cabida en la Quinta Avenida. 

Exiliados 

Lamenta que las  autoridades de la administración pasada reubicaran a los vendedores ambulantes que vendían cochinita pibil en la esquina de la Quinta Avenida con Juárez, para “mejorar la imagen” de la zona.

“Yo vendía donde ahora está el McDonald´s. Éramos muchos y la verdad la gente a veces ni podía pasar. Acepto que no se veía bien, pero se vendía más”, dice con nostalgia.

Según don Julio, el Gobierno prometió hacer difusión a la nueva zona donde reubicaron su puesto: el parque Leona Vicario, que también es bastante conocido por todos los locales.  

“La verdad fue difícil al principio, contrataron algunos anuncios e hicieron perifoneo, pero algo no estaba bien, fue algo difícil pero poco a poco hasta tenemos competencia” comenta.

 A los viejos “cocheros” se les han unidos otros. El señor Pedro Ramos lleva dos meses en el lugar y sólo vende tacos de pescado, alambres y burritos junto a su esposa, un poco para diversificar la oferta y otro tanto para no ser competencia directa de los “cocheros”.

“Yo apenas llegué, y sí me fue bien en la temporada. Atiendo a turistas y a locales. Creo que ya hay mucha gente y el sol sale para todos” afirma.

Los siguen a donde vayan

El parque Leona Vicario nació hace ya 18 años y también es un ícono histórico en Playa del Carmen. Locales y turistas se apresuran a atravesar  el conocido arco maya para degustar la comida de antaño. Un mariachi viene todos los días a cantarle a los comensales que a pie disfrutan bajo la sombra de los árboles el toque tradicional mexicano.

“Ya hoy nos va mejor, la gente viene caminando hasta aquí por el sabor, aunque les quede más lejos. A veces no da la una de la tarde y ya se terminó todo” comenta Don Julio, quien cada vez tiene más clientes que atender y se disculpa por no seguir la entrevista.

Una vez el centro político de Playa del Carmen, el parque Leona Vicario creció junto con sus pobladores. Los diseñadores del lugar fueron los playenses Artemio Chávez Vargas y José Luis Acosta Quian.

En el diseño, que costó cerca de 10 millones de pesos, se trató de incluir la historia del lugar: el arco maya en la entrada principal y la estatua del pescador, son elementos que se entremezclan con la comida tradicional que vendieron los primeros pobladores, quienes afirman que gracias a su sazón lograron sobrevivir al destierro.

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