Yesenia Barradas/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Cuando tenía 10 años, Paty no comprendía porqué su madre había fallecido víctima de cáncer. “No entendía por qué me había dejado y sólo sabía que me sentía bien cuando tomaba el alcohol que los demás dejaban, ni siquiera me daba asco tomar las sobras”.

Así comenzó su alcoholismo, según relata,  y  al preguntarle cómo se detonó, hace una pausa y responde: “la muerte de mi madre”. Así creció Paty N., y en su búsqueda por formar una familia se encontró con un hombre alcohólico, que tras años de lucha logró salir de su adicción, pero ella no.

Un empujoncito de sus hijos

Sin embargo, Paty  sentía que su adicción ya rebasaba su voluntad de dejar de beber, y un día, mientras estaba con sus dos hijos en la mesa, una de 13 y el otro de 15 años, ella hizo un comentario y la respuesta de sus pequeños la dejó helada.

Cuando ella les dijo que iría al grupo de Alcohólicos Anónimos  porque ya tenía un problema, sus hijos le contestaron: “No mamá, qué vamos a hacer nosotros sin alcohol”. Esa respuesta fue definitiva para empezar el tratamiento, ella misma los había inducido al alcohol porque les invitaba cerveza, sin pensar en las consecuencias.

Empatía de madre y ex adicta

Hoy, su hija está a punto de graduarse de la universidad, sin embargo, su hijo está luchando con su adicción a las drogas, a veces con ánimo y otras con recaídas, pero ella lo apoya, porque sabe y conoce por vivencia propia el problema de una adicción.