Ted 2: El mismo oso revolcado
La narrativa de MacFarlane es simplista, armada sólo para dar lugar a las secuencias humorísticas que ideó.
Rafael R. Deustúa
Buena parte de los críticos cinematográficos de todo el mundo calificamos en 2012 a “Ted”, de ser “un olvidable filme de humor escatológico sin futuro”, o algo por el estilo; semanas después 550 millones de dólares en taquilla mundial dejaron claro el porqué en Hollywood mandan los productores y no los críticos. “Ted 2” merece mi misma opinión, pero seguramente a ese oso no le importa.
Ted se casa con la bella Tami-Lynn, y tan pronto como se desvanece la magia en su relación, deciden salvar su matrimonio con un bebé, pero el oso no está preparado para ser papá y el gobierno asegura que un peluche no puede adoptar, así que John (su humano mascota) y Ted deciden ir a la corte a defender sus derechos con la ayuda de la inexperta Sam L. Jackson (Amanda Seyfried... sí, es un chiste).
Seth MacFarlane repite la receta de la dupla Ted y John, aunque, a sabiendas que ya no existe la sorpresa de ver un tierno oso de peluche mariguano, duplica o triplica los chistes con la esperanza de hacer reír por cantidad más que por calidad.
La narrativa de MacFarlane es simplista, armada sólo para dar lugar a las secuencias humorísticas que ideó, lo cual es obvio pero carece de originalidad. Esta vez deja más peso narrativo en sí mismo (es la voz en inglés de Ted) y John se convierte casi en un personaje genérico intercambiable, al igual que Seyfried. Suma infinidad de cameos en la cinta, y con ellos, se provocan algunas secuencias divertidas.
Las actuaciones son elementales, Wahlberg y Seyfried mantienen su carisma y tienen cierta química, aunque realmente no se les exige mucho. En aspectos técnicos no hay mucho que decir, pues son muy básicos y los efectos digitales para crear a Ted son ya normales.
Si le llama la atención esta cinta vea el trailer -que aquí funciona tanto como propaganda como advertencia-, si las puntadas que tiene le hacen reír entonces quizá disfrute el filme, si no, espere a verlo en TV o evítelo de por vida; personalmente, habría optado por la última.