Tormenta morena sobre un PRD podrido

Desde su cuna de cartón el perredismo fue una fuerza electoral desafiante...

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Desde su cuna de cartón el perredismo fue una fuerza electoral desafiante, allá por 1989; muy fresca estaba la derrota del candidato presidencial de las izquierdas, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien en 1994 y 2000 fue candidato del PRD y su líder principal, hasta la aparición de Andrés Manuel López Obrador.

Pero la jubilación del hijo del Tata Lázaro coincide con la escandalosa deserción de López Obrador, quien fundó el partido Morena para encabezar al partido más importante de las izquierdas que ha desangrado moralmente al perredismo, hasta dejarlo convertido en piltrafa como un mellizo del PT o de aquel vendido Partido Popular Socialista (PPS).

El PRD nació vigoroso en Chetumal, con un puñado de figuras aguerridas y con sólida formación intelectual, pero seis años después –en 1995– el control del partido se concentró en Cancún, dejando al resto del estado en el abandono. Las consecuencias de ese mal paso las han enfrentado en la capital, donde les faltan figuras competitivas y son obligados a respaldar candidatos ajenos.

El profesor Roger Peraza Tamayo es Secretario General del Ayuntamiento capitalino por ser perredista, pero no podido afianzarse en la posición; su desempeño es mediocre y lo aparta del campo de batalla de 2018. Lo peor para este partido es la falta de alternativas, por su nulo flujo de nuevos talentos.

Una de las mayores cometidas por los perredistas –y vaya que abundan– ha sido la sobreexplotación y marginación tiro por viaje de su figura más valiosa en Chetumal: el odontólogo Carlos Vázquez Hidalgo, a quien relegaron a cargos de representación ante órganos electorales mientras las candidaturas eran obsequiadas a grises improvisados sin convicciones.

Ahora con el partido Morena como fuerza desafiante, el PRD aguarda un amanecer de pesadilla porque se puede quedar con las manos vacías en 2018, cuando tenga que combatir a su actual pareja panista que tampoco se encuentra en un lecho de rosas.

Y otra tragedia para los perredistas: dejaron de ser opción para el enjambre de priistas que pretende pescar boleto para desembarcar en el partido de moda al ritmo de “ay morena, morenita mía”.

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