Violencia en el paraíso

La ejecución a fuego y plomo de una madre de familia que murió de la manera más cruel frente a sus hijos y esposo cimbró a los quintanarroenses...

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La ejecución a fuego y plomo de una madre de familia que murió de la manera más cruel frente a sus hijos y esposo cimbró a los quintanarroenses, que una vez más rompieron la barrera de su capacidad de asombro ante este infame atentado criminal en el que menores de edad resultaron con lesiones de bala y dolorosas heridas en el alma.

El atentado al parecer tenía como objetivo al jefe de familia, Armando Vázquez Aké, un policía cancunense asignado a Puerto Morelos, quien viajaba en el asiento del copiloto de un modesto vehículo junto con su esposa que conducía y sus hijos: un adolescente de 16 años, un niño de 7 y una niña de 5.

El auto fue emboscado en una transitada calle de la populosa región 201 antes de las siete de la mañana, hora pico en la que miles de estudiantes se dirigen a la escuela.

A los desalmados sicarios no les importó que en el auto viajaran pequeños inocentes. Abrieron fuego contra el auto matando al instante a la mujer e hiriendo al policía y a los dos niños. La más pequeña de la familia entró en crisis nerviosa por el impacto de ver morir a su joven madre, una negra imagen que quedará grabada en su memoria para siempre.

El sangriento episodio, cuyas consecuencias fueron captadas en video por celulares de ciudadanos, marcó un nuevo tono en el reinado de violencia que se vive en Cancún, donde las balaceras y ejecuciones se han vuelto cosa cotidiana, pero que desde hace tiempo no había tocado a niños inocentes.

La delincuencia envió el mensaje de que en su reino no hay límites ni respeto por la vida humana; dejó en claro que nadie está seguro en Quintana Roo y que cualquiera puede ser víctima en donde sea y a cualquier hora del día y que no los intimida la autoridad con sus impresionantes operativos.

Con su desalmada audacia exhibieron la incompetencia de las corporaciones policiacas estatales y municipales, cuyos titulares no se cansan de decir que “no pasa nada” mientras los ríos de sangre siguen fluyendo hacia el mar Caribe.

“Quintana Roo es más seguro que Yucatán a pesar de la percepción de los ciudadanos”, declaró hace un par de días el titular de Seguridad Pública, Rodolfo del Ángel Campos, palabras que una vez más fueron tachadas con rojo por la realidad.

Porque la violencia ha edificado su palacio en este paraíso gozando de la protección de los propios cuerpos policiacos, cuyos mandos medios y altos o son cómplices, o se convierten en blancos.

Ya es tiempo de pasar del discurso a los acciones y resultados.

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