Redacción/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Los ingenios deberían preocuparse por ofrecer mejores condiciones laborales para todos los jornaleros que llegan años con año, además de velar por sus familias, opinó Martha García Ortega, investigadora titular en El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) Chetumal.

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Al Ingenio Rafael de Pucté llegan jornaleros de Oaxaca, Chiapas, Veracruz acompañados de sus familias y que tradicionalmente ingresaban a la zafra con sus hijos. Incluso, muchos menores, de entre 14 y 18 años, a su vez son padres y llegan en busca de un sustento.

Sin embargo, a partir de los cambios en la ley laboral y por disposiciones internacionales, menores de edad tienen prohibido participar en actividades productivas en las que pongan en riesgo su integridad física, psicológica o moral.  Esto crea un problema social que deberá ser atendido por autoridades y el ingenio.

Recomendaciones

Desde hace dos años, Ecosur ha hecho recomendaciones de política de pública en relación a la vulnerabilidad laboral y social de los jornaleros agrícolas migrantes nacionales e internacionales, como parte del estudio denominado Jornaleros agrícolas de México y Centroamérica en los ingenios azucareros del sur-sureste.

La especialista en migraciones laborales indicó, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), en México hay 3.6 millones de niños y niñas menores de 17 años que trabajan, 1.1 millones de esta población tiene menos de 14 años.

Situación en México 

La especialista en migraciones laborales indicó de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) en México 300 mil niños y niñas son parte de las familias trabajadoras migrantes. Por ello es un grupo vulnerable enfrentando discriminación y explotación laboral. 405 mil familias mexicanas son migrantes, el 40% son niños.

García Ortega recalcó que se ha generado un problema social en la industria, porque se rompió una larga tradición laboral y provocó el desempleo entre adolescentes de 14 a 18 años, en su mayoría jefes de familias, dejándolos sin acceso a servicios de salud y otras prestaciones.

Por ello, la socióloga propuso estudiar la aplicación de los convenios internacionales sobre trabajo infantil, en general y en particular, en la agricultura, a fin de regular la participación de niños en la siembra y cosecha de la caña de azúcar, en términos de las convenciones internacionales.

La académica aclaró que la intención de la recomendación no es que los niños regresen a los jornales y pongn en riesgo su integridad física o psicológica, sino que se creen oportunidades de acuerdo a la realidad.