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Debo confesar que no acabo de entender de qué se trata el conflicto que tiene en caos a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Han pasado por estas páginas y por nuestra pantalla los actores relevantes de ambas partes, y nada de lo que he escuchado explica 72 días de paro, encapuchados tomando con violencia un edificio y, desde ayer, trabajadores sin pago.

Pero habría que ser muy ingenuo para creer que nada tiene que ver con el próximo cambio de gobierno en la ciudad, con la lucha al interior de la izquierda, con el PRD y las fuerzas que controlan la capital.

Lo confirma ese silencio de las grandes figuras de la izquierda ante el conflicto. Esta es, después de todo, la universidad que creó la izquierda en el gobierno; si en algún lugar podríamos ver lo que quiere la izquierda respecto a la educación, tendría que ser ahí.

Hoy nadie parece defenderla. Se dejan las negociaciones en manos de personajes menores que fracasan hasta que la única presencia que importa es la de la policía para frenar la violencia.

Ni su creador, ni su administrador, ni el gobierno que se va, ni el gobierno que llega meten las manos en serio. Preciso: solo su primer rector ha intentado, desde las páginas de La Jornada, explicar el carácter educativo original del proyecto y al mismo tiempo no ha dudado en responsabilizar a Marcelo Ebrard de lo que hoy sucede en la UACM. Manuel Pérez Rocha lo explicó así: "El Gobierno del DF y la rectora Orozco tienen una grave responsabilidad en el origen y evolución del conflicto de la UACM. Tienen la obligación de apoyar este proyecto o combatirlo abiertamente con argumentos y por las vías legales".

Los paristas le piden a Andrés Manuel López Obrador que "dé la cara y se deslinde del movimiento". Le exigen a Marcelo Ebrard que no utilice la fuerza pública para recuperar las instalaciones. Otros le piden a Miguel Ángel Mancera que "se pronuncie" sobre lo que está sucediendo con la universidad".

Me temo que cuando se ocupen, será muy tarde; cuando los conflictos no se enfrentan, se pudren.

Quince mil alumnos, cientos de trabajadores, millones y millones de pesos.

De alguna manera, una política deliberada de la izquierda que ha gobernado a la Ciudad de México hoy se le revierte. Por años ha permitido la privatización de espacios públicos a manos de manifestantes y organizaciones profesionales de la protesta con el argumento de que ellos no son represores. Han exigido siempre que el gobierno federal --contra quien los manifestantes generalmente protestan--arregle los conflictos que generan bloqueos, marchas, paros, tomas y demás técnicas de presión.

Hoy se enfrenta a una situación interesante.

El Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno de la Universidad de la Ciudad ha decidido por mayoría --en contra, por cierto, del voto de la rectora--que el Gobierno del Distrito Federal desaloje a quienes tomadas las instalaciones de la institución desde hace más de dos meses.

Me parece que más les vale esperar sentados.

Ya parece que Marcelo Ebrard va a manchar su 70 por ciento de aprobación a unos días de abandonar la oficina ordenando a sus granaderos arrastrar paristas encapuchados para liberar escuelas.

Tampoco imagino a Miguel Ángel Mancera inaugurando su gestión con un acto inédito para las gestiones perredistas --salvo la de Rosario Robles en Periférico con el CGH.

El conflicto de la UACM plantea una pregunta más complicada: ¿quién manda en la ciudad?

Seamos esquemáticos: esta es una ciudad abrumadoramente perredista. La Universidad es un proyecto perredista. Podría apostar que los encapuchados, los paristas, los no paristas, los trabajadores, los profesores a favor de la rectora, los que están en contra de la rectora... todos votaron por Andrés Manuel López Obrador para la presidencia y por Miguel Ángel Mancera para la jefatura de Gobierno.

Dudo que involucradas en el lío haya fuerzas priistas y panistas (ni hay muchas, ni creo que se enteren de que hay UACM).

Es decir, la izquierda del Consejo Universitario le pide a la izquierda del gobierno que desaloje por la fuerza a la izquierda que ha tomado las instalaciones.

Durante este lío no puedo dejar de pensar lo que sucedió hace unas semanas en la repartición del pastel en la Asamblea del Distrito Federal, y lo que sucedió hace unos meses en la repartición de las candidaturas a delegaciones del Distrito Federal. Donde el gran triunfador de la repartición del pastel no fue el candidato a la presidencia, apenas representado en la Asamblea o las delegaciones, ni el liderazgo formal del PRD, ni el grupo del jefe de Gobierno que se va, ni el grupo del que entra (si es que existe).

No. El gran ganador fue René Bejarano. Ese que no tiene puesto ni se somete a elecciones, ni aparece demasiado, ni rinde cuentas. Ese es poder fáctico y no bromas.

A ver si él, profesor después de todo, les arregla el lío en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Twitter: @puigcarlos

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