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No hay todavía certeza jurídica sobre cuál va a ser la despedida más sentida, si la de Live Messenger que está al borde de desaparecer por las vías del darwinismo cibernético, o la de Felipe Calderón, que en su gira del adiós se pone cada vez más sentimental, repartiendo bendiciones, dejando una estela de evocaciones bucólicas pero desveladas. Eso da gusto, sobre todo porque los mexicanos estamos acostumbrados a despedidas institucionales por parte de los presidentes que por lo regular se van de Los Pinos dejando tras de sí una estela de gritos y sombrerazos por sus maravillosos servicios prestados a la patria. Ver que don Jelipillo de Jesús va de plaza en plaza diciendo adiós en el mejor estilo de la golondrina que va veloz y fatigada, no tiene precio. De hecho, todo parece indicar que Televisa y Tv Azteca se disputan los derechos para armar una telenovela que renueve el género.

Si en Cozumel se despidió con gran sentido del melodrama ranchero (algo así como no sé si algún día volveré, ya ven que ahora va a ser más difícil si no me prestan el chalet de la Marina, pero siempre los llevaré en mi corazón; nomás le faltó cerrar con un "Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos"), en Zacatecas llegó a pedir sus canciones como si estuviera en Garibaldi a la hora de las complacencias.

Ya hubiéramos querido que al dejar el poder, el gran Charly Salinas nos hubiera dejado ver su lado humano de facilitador social echándose una de Chico Che y La Crisis donde al calce afirma: "Qué culpa tiene la estaca si el sapo salta y se ensarta".

Así las cosas, Calderón, cashi shin querer ha podido superar en materia de vocación histriónica al mismísimo López Portillo, que solía abismarse en el espejo de Tezcatlipoca con el rigor de Sara García en Cuando los hijos se van.

Algo muy bonito y conmovedor que todos atesoraremos en nuestras almas llaneras hasta que la Estafa de Luz sea considerado Pueblo Mágico. Afortunadamente, el próximo ex Preciso nos ha dejado grandes herencias. Digo, que en seis años el índice de narcodelitos haya crecido 70 por ciento no puede ser más chido.

Es una tranquilidad que ha Calderón ha resistido la tentación de detenerse a llorar tantito por los ausentes. ¡Pos oye!

PD. Ayer confundí a Cuauhtémoc Cárdenas Batel con su hermano Lázaro, pero en lo esencial el espíritu del texto; ni a cuál irle.

www.twitter.com/jairocalixto

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