Che, hay papa

¡Habemus Papam! Finalmente, el humo blanco se inclinó por tierras latinoamericanas. ¿Qué habría dicho Hugo Chávez?

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Después de cinco rondas de votación –ni en las elecciones mexicanas– y mucha expectación, finalmente el humo blanco hizo su aparición y se conoció al nuevo papa, el primero de América Latina y de la orden de los Jesuitas: el argentino Jorge Mario Bergoglio, de 76 años de edad, y desde ahora y hasta su muerte, Francisco I.

Interesante, la verdad, la elección del nuevo sucesor de Pedro para la Iglesia Católica mundial, más de mil 200 millones de personas que profesan esa religión. De entrada, a escasos kilómetros de la Basílica de San Pedro, por televisión, su antecesor en vida, Benedicto XVI, observaba todo el movimiento.

Por primera ocasión en la historia, un ex papa o papa emérito conoce a su sucesor; por primera vez, hay un Sumo Pontífice latino; por tercera, al hilo, surge un papa de nacionalidad diferente a la italiana. El último mandamás de la Iglesia Católica del orbe surgido de las filas de los cardenales italianos fue Albino Luciani o Juan Pablo I, quien sólo duró un mes al frente. Amaneció muerto en 1979, año en que hubo tres altos jefes del estado Vaticano: Paulo VI, Juan Pablo I y, finalmente, Juan Pablo II, el carismático polaco que nadie todavía olvida a ocho años de su muerte.

En su aparición en el balcón principal de la Basílica de San Pedro, ayer, minutos después de las 1 de la tarde, hora local (8 de la noche de Italia), el nuevo pontífice se mostró, al principio, algo titubeante, pero después agarró confianza y habló ante miles de personas reunidas en la plazoleta. No dijo, en sí, nada relevante todavía. En síntesis agradeció a los cardenales, a Benedicto XVI y pidió que, con oraciones, se ayuden papa y sociedad, sociedad y papa.

Por momentos, Jorge Mario Bergoglio, como casi todo argentino, aficionado al fútbol, concretamente hincha del equipo San Lorenzo de Almagro, sonrió discretamente, incluso cuando hizo referencia a que los 114 cardenales reunidos (además de él) tuvieron que ir casi al infinito para elegir al sucesor de Benedicto XVI. Un carácter muy propio de los latinos, por lo general, desenfadados y dicharacheros.

PRIMERA CAÍDA.- Pero lo más importante es la labor que empezará a desempeñar, desde ahora, Francisco I, y que es recuperar la credibilidad de la Iglesia Católica, bastante dañada por escándalos de corte sexual, la pederastia y problemas con el famoso Banco Vaticano.

SEGUNDA CAÍDA.- Francisco I es de la llamada “línea dura”, de los que supuestamente censuran las ilegalidades adentro y fuera del Vaticano. Se presume que pondrá en orden a las ovejas descarriadas. Para eso y muchas otras cosas más fue el elegido. Quizá, con muchas oraciones, la Iglesia Católica vuelva a resurgir y castigue a los que optaron por el camino malévolo.

TERCERA CAIDA.- ¡Habemus Papam! Finalmente, el humo blanco se inclinó por tierras latinoamericanas. ¿Qué habría dicho Hugo Chávez.

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