Chetumal y sus retos

La capital de Quintana Roo, aguarda impaciente los primeros resultados de los gobiernos del cambio.

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Apaleada por todos sus gobiernos –a nivel federal, estatal y municipal–, la capital de Quintana Roo (Chetumal) aguarda impaciente los primeros resultados de los gobiernos del cambio, con toda la autoridad para exigirles porque despidió al PRI de Palacio de Gobierno y del Ayuntamiento de Othón P. Blanco.

La inclinación especulativa y el ánimo deprimido de los empresarios sureños estorban la tarea titánica gubernamental que ha quedado en el terreno de las promesas de campaña, porque los políticos y funcionarios clave han tomado a Chetumal como sede obligada –para casi todos insoportablemente aburrida–, pero sin comprender su hambre de progreso y sueños de grandeza que anclan en aquellos tiempos de efervescente éxito del comercio de importación, cuando el whisky estaba al alcance de carteros y lustradores de zapatos.

Cuando el “boom” del comercio de importación se esfumó en una muerte por etapas, el chetumaleño comprendió que su vocación arraigada seguía siendo el comercio, compitiendo en desventaja porque fueron aterrizando los profesionales de esta actividad y se apoderaron del 90 por ciento del mercado, cuando menos.

Las cadenas de autoservicio se llevan con carretilla toda la derrama salarial generada por el gobierno del estado, municipio capitalino –e incluso de Bacalar–, delegaciones federales y beliceños, estos perseguidos por una jauría de elementos de tránsito decididos a infraccionarlos a la mala.

Pedro Joaquín Coldwell promovió en 1982 la construcción del parque industrial de Chetumal, pero este proceso de diversificación se marchitó por la falta de continuidad y sobre todo por la apatía de los empresarios locales que estaban muy cómodos con el comercio concentrado en la avenida de los Héroes. Vender 50 quesos de bola al día era una noticia común en un negocio promedio.

La capital del estado todo lo consume y muy poco produce en su zona rural, y todos los proyectos agropecuarios –con excepción del cultivo de caña de azúcar– han colapsado, como el Programa Arrocero Integral y el Programa Ganadero emprendido por el gobernador Mario Villanueva Madrid.

El turismo sigue en etapa larvaria, y se mantiene en ese estado porque casi todos quieren depender de la explotación de las riquezas naturales, descuidando zonas arqueológicas que pueden atraer a miles de turistas, generando una derrama tan necesaria en nuestro sediento sur que sigue aguardando soluciones mágicas, recibiendo castigos sistemáticos como el aumento del IVA del 11 al 16 por ciento. Mañana continuamos…

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