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Yucatán no está exento de los problemas económicos que agobian al país y que, estúpidamente, se han agudizado a raíz de la victoria de Trump...

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Este fin de año, cientos de alcaldías de México la pasarán peor que Hillary Clinton con su vergonzante derrota ante el “anaranjado” fascista Donald Trump. La única diferencia es que la frustrada güereja tiene suficiente plata para consolarse –bueno, ella quería más poder que dólares- y las comunas, entre ellas casi todas las de Yucatán, carecen de devaluados pesos para cumplir sus obligaciones, entre éstas el pago de aguinaldos a los empleados y continuar con las obras sociales (si es que los alcaldes tienen, en verdad, el remoto interés de ayudar a sus gobernados).

Un ejemplo bárbaro de las comunas en quiebra está en Veracruz, donde las 203 alcaldías no tienen ni para comprar papel sanitario –pues a reciclar papel para envolver tortillas-, debido a que el gobernador con licencia y prófugo de la justicia, Javier Duarte de Ochoa, simplemente desapareció 35 mil millones de pesos durante los pinchurrientos cinco años y nueve meses de catastrófica gestión con saldo salvaje de cientos de muertos (colegas periodistas entre ellos), desaparecidos y la herencia de un crimen organizado que envidiaría “El Chapo” Guzmán, actualmente recluido en el bote y sufriendo, según él, una triste depresión, ¡chuch!

Pero Yucatán no está exento de los problemas económicos que agobian al país y que, estúpidamente (estúpido, ya que mientras los gringos sufren de catarro financiero, a los mexicanos les da neumonía monetaria), se han agudizado a raíz de la victoria de Trump en los Estados Unidos, con una devaluación del pobre peso con respecto al poderoso billete verde. Y entre la debacle se encuentran las alcaldías en los 105 municipios rurales. Chance y sólo se salva la de Mérida, pero allí es otro cantar.

Se puede citar que en Motul, donde supuestamente despacha el alcalde de extracción panucha, Vicente Euán Andueza, el palacio municipal está embargado desde hace más de un año. Como para Ripley, pero es la mera neta; los despidos están a la orden del día y, mínimo, la administración requiere de 2 a 3 millones de pesos para saldar sus inmediatos compromisos antes de finalizar 2016. ¿Y saben qué va a suceder? ¡Nada!

En Samahil, el primer edil Isaías Salomón García Aguayo, del PRI, no le paga ni a los regidores perredistas, ya infló costos de obras que no han sido terminadas. Para acabarla de amolar, tampoco tiene lana para saldar los aguinaldos de sus chambeadores. O sea, aparte de malos administradores y remesas insuficientes de dinero, se incorpora la sombra de la corrupción.

PRIMERA CAIDA.- Ciertamente es muy difícil que las alcaldías mantengan saneadas sus finanzas cuando, cada tres años, las autoridades salientes acaban con la “quinta y los mangos”. O sea, más tranzas no pueden existir.

SEGUNDA CAIDA.- No obstante, los gobiernos estatales –como el de Yucatán- tendrían que establecer filtros casi inviolables para detectar a los émulos –con excepciones- de Javier Duarte.

TERCERA CAIDA.- Pero eso es pedirle peras al olmo.

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