Desde finales del siglo XIX, pero de manera más notable en los últimos cuarenta años, debido al desarrollo industrial y la pérdida de bosques y selvas, entre otros factores, la temperatura de la tierra ha aumentado, lo cual significa un alto riesgo para todas las formas de vida. En nuestro país, son varias las señales del cambio de clima y relativamente fáciles de identificar. En regiones del norte de México se están presentando problemas de desertificación, muchos terrenos se están quedando estériles, agravados por el secado de cuerpos de agua; hay muerte de especies de animales y el inicio de la pérdida de biodiversidad en la zona. Otro signo fácil de identificar como resultado del cambio del clima es el aumento paulatino de la temperatura, como ejemplo puntual podemos revisar las estadísticas del Observatorio Meteorológico de la Ciudad de México, que nos muestra que en los últimos años en la capital del país se ha elevado en casi cuatro grados, situación que se suma a la alta contaminación por gases y nos da como resultado daños a la salud. Si hablamos de la lluvia, ésta tiene un síntoma inusual, pues en varios puntos del país el número de tormentas intensas va en aumento. Otra muestra del cambio en el comportamiento del clima en el mundo es el aumento del número de días que se presenta la sequía y con temperaturas por arriba de los 40 grados en puntos donde la máxima era de 25 ó 36 grados.

En este tenor, en regiones del norte del país, las épocas de calor intenso comienzan anticipadamente y terminan después del tiempo habitual, comparadas con años anteriores. Otra problemática que acelera el cambio en la temperatura del planeta es la pérdida de bosques y cobertura vegetal, en donde juegan un papel primordial los incendios forestales, que están asociados con el aumento de la temperatura. Este calentamiento también se ha visto reflejado en la salud, ya que el aumento del calor en sitios donde no había tanto ha propiciado la aparición de vectores, como en Chihuahua, donde ya hay casos de dengue, algo insólito en esa región. En México contamos desde 2012 con la Ley General de Cambio Climático, pero se ha hecho poco o casi nada al respecto. Una falla real es que el Gobierno Federal cerró 27 de las 32 plazas de educadores ambientales que trabajaban en las delegaciones federales en los estados, siendo la primera la de Yucatán.