Democratizar a los taxistas

Democratizar a los sindicatos de taxistas podría parecer una tarea faraónica...

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Democratizar a los sindicatos de taxistas podría parecer una tarea faraónica de imposible ejecución. Puede ser que lo sea, sin embargo, la hoja de ruta a seguir, si bien puede implicar severos desafíos, también es cierto que, a través de la política, se podrían alcanzar los objetivos en el muy corto plazo.

Uno de los pilares que se resistía a la alternancia del poder eran precisamente los sindicatos creados con la idea de aglutinar monopólicamente a los taxistas. La labor más importante, entre otras, de los llamados líderes charros, consiste en sumar la mayor cantidad de votos al partido tricolor cosa que dejaron de hacer hace ya varios años, por ejemplo el sindicato de taxistas de Cancún y otros se estima solo aportaron escasos 2000 mil votos a la alianza PRI Verde Ecologista.

A pesar de esto aún exigen a cambio curules políticos, puestos clave en el gobierno, acceso a concesiones y hasta la facilidad de disponer impunemente de las cuotas, se embotelló entonces a los taxistas, los sindicatos se volvieron organizaciones dictatoriales e intolerantes, un auténtico motivo de orgullo para las causas tricolores más retrogradas.

Los líderes sindicales vendieron caro su favor. Aprovecharon su imposición a sangre y fuego en el cargo para enriquecerse, claro está, además de exigir escandalosos privilegios para ganarse la admiración y el respeto de los pocos seguidores taxistas de sus respectivos sindicatos.

En lugar de que los taxistas pagaran voluntariamente sus cuotas sindicales a las respectivas tesorerías de sus organizaciones, se estableció en sus estatutos la obligación del pago de cuotas para ser enteradas al sindicato, so pena que de no enterar la cuota mandan a detener los vehículos de los socios concesionarios sin que la ley les dé facultad para hacerlo, tipificándose delitos como la privación ilegal de la libertad y en muchas ocasiones hasta robo.

De esta suerte se centralizan y se canalizan enormes cantidades de dinero a los sindicatos, cuyos dirigentes reciben cheques mensuales multimillonarios, cuyo destino escapaba y escapa al control y al escrutinio de los socios taxistas. ¿A dónde van a dar finalmente las cuotas mensuales de los taxistas? ¿Quién audita o se atreve a auditar a dichos sindicatos o a sus líderes? ¿Por qué no se democratizan al interior de sus directivas?

La solución para democratizar a los sindicatos se encuentra en la derogación de las disposiciones que obligan a exigir las cuotas sindicales a cargo de los taxistas. Si cada taxista pudiera decidir a qué organización entregar su cuota, exigiría más transparencia en el manejo de sus recursos, demandaría legitimidad en sus representantes, participaría con más eficiencia hasta como integrante de las planillas, influiría en los órganos de vigilancia, pero, sobre todo: al privar a los líderes charros de sus cheques mensuales multimillonarios se desmantelará la base de su poder. 

En síntesis: para diluir y atomizar a los sindicatos públicos se debe lograr que sus agremiados paguen voluntariamente sus cuotas a los líderes que ellos hubieran escogido libremente.

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