En este primer escenario del camino a la vejez, más que preocuparnos, vamos  a ocuparnos. 

Lo primero es saber que las “funciones cognitivas” son las actividades mentales que realizamos para relacionarnos y adaptarnos al medio ambiente que nos mantienen competentes para planificar el futuro, desarrollar proyectos y evaluar sus consecuencias. 

Nuestra “capacidad de memoria” se convierte en el parámetro más confiable de nuestra capacidad cognitiva.  Si mantenemos buen nivel de capacidad de memoria, estamos superando cualquier tipo de “deterioro cognitivo”.

Lo segundo es convencernos de que el “deterioro cognitivo” no es una enfermedad y que perder la memoria NO es parte del proceso natural de envejecer. La memoria “mientras más la utilizamos, mejor funciona”, sin importar la edad de la persona. 

La naturaleza es benévola cuando envejecemos. Hay pruebas científicas suficientes de que tenemos una “capacidad de reserva” que podemos “activar” durante el envejecimiento para compensar o prevenir el deterioro cognitivo, es decir, que en edades incluso muy avanzadas, nuestra cognición, representada por nuestra “capacidad de memoria”, se puede entrenar y potenciar.

Jovencitos, la semana próxima veremos las acciones sugeridas para “activar” nuestra reserva al experimentar alguna disminución de nuestra capacidad de memoria.