Diversificación: no es cuento
El sur, con la supresión del régimen de zona libre de la capital, perdió su razón económica de ser, que era un motor en verdad poderoso.
Hemos comentado aquí, antes y después de la publicación y luego de la presentación del Plan Estatal de Desarrollo de Carlos Joaquín González, que la diversificación económica de Quintana Roo que por primera vez se planteó al inicio del sexenio de Joaquín Hendricks Díaz, y luego prácticamente se abandonó durante casi 12 años ahora sí es –y será por lo menos durante seis años, con proyección a 20– una estrategia toral de gobierno.
Se trata de un propósito de hacer justicia a los sectores del estado que a lo largo de cuatro décadas se han visto rezagados con respecto a la increíble pujanza del norte turístico. El sur, con la supresión del régimen de zona libre de la capital, perdió su razón económica de ser, que era un motor en verdad poderoso: el comercio de importación, que tenía tanto impacto regional que el único mercado de productos ultramarinos y en general de procedencia extranjera de Mérida, Yucatán, se conoció durante muchos años como el “Chetumalito”, y uno de los platillos peninsulares más conocidos y apreciados en el mundo, el queso relleno, se elabora con el lácteo holandés tipo gouda importado que se vende en forma de bola.
El agro quintanarroense es un desastre: de los grandes proyectos planteados a lo largo de la historia de Quintana Roo como estado libre y soberano, como la planta arrocera –hoy en ruinas al lado de la carretera Chetumal-Escárcega–, el corredor citrícola, la cuenca lechera de Valle Hermoso, la envasadora y distribuidora mielera San Felipe, los invernaderos sociales y la moderna, impresionante instalación Hidroponia Maya --los últimos tres proyectos en Felipe Carrillo Puerto, corazón de la zona maya--, abandonados y desdeñados sobre todo por los dos últimos gobiernos, son emblemas del desprecio a los campesinos por el fulgor de los dólares del turismo norteño.
Sólo existe y es exitosa una agroindustria quintanarroense, la azucarera, basada en la producción de la zona poblada con mexicanos procedentes de otras regiones del país para justificar la erección del estado y en la presencia del ingenio San Rafael de Pucté.
El gobernador nos confió en su momento: “Es un verdadero plan de desarrollo; no es sólo un documento para llenar requisitos con un formato preestablecido”. Y los primeros pasos, firmes y concretos, se están dando ya.
Hace unos días, a pesar del propósito de Miguel Ramón Martín Azueta de no entregar la información a los tórculos por aquello de los celos cupulares del gobierno estatal –leemos seguido notas que tienen ese indeseable cariz, de intrigas palaciegas–, trascendió que el jefe del Despacho del Ejecutivo se reunió en la Ciudad de México con Claudia Ávila Connelly, directora de la Asociación Nacional de Parque Industriales, que agrupa a los más importantes desarrolladores logísticos y terminales multimodales del país.
En este espacio comentamos que para ejecutar lo que refería el Plan Estatal de Gobierno como diversificación económica existían proyectos estratégicos para establecer en la frontera con Belice un recinto fiscalizado estratégico para el comercio internacional –futura y prometedora vocación económica para Chetumal, aprovechando el paraíso fiscal de la Zona Libre de Corozal, Belice–, desarrollos logísticos en los puertos del estado –Puerto Morelos, Punta Venado e incluso en parte Chetumal, con el inminente dragado del Canal de Zaragoza– con el mismo fin, una modernización agropecuaria sostenida y otras actividades –como la explotación de la energía eólica–, pero ya podemos reportar pasos concretos.
El gobierno de Carlos Joaquín establece alianzas estratégicas para impulsar el desarrollo económico de la entidad.
En la junta en comento se abordaron temas como las nuevas disposiciones de las Zonas Económicas Especiales, las ventajas logísticas de la península en su contexto con los mercados del Sureste de México y Centroamérica, con el objetivo de establecer una alianza estratégica.
Del papel a los hechos, como nos aseguró Carlos Joaquín que sucedería, por lo menos ya vemos puentes tendiéndose.
Homúnculos
Recibimos la denuncia de una madre de familia de Bulukax, comunidad cercana a Dziuché, José María Morelos, que tiene el valor de romper el silencio, ya que por temor a represalias otras madres no se atreven a hacer pública una situación de extrema gravedad.La semana pasada Lorena Tun Zapata, ama de casa de 34 años con tres hijos, notó un moretón en el brazo de su pequeña de seis años, María Fernanda, de primer grado de la escuela Artemio Alpízar Ruz, quien temerosa admitió que se lo hizo el maestro, de nombre Francisco Javier Dzul, pero por el mismo miedo no había acusado al mentor de que las agresiones verbales y físicas son frecuentes, pues siempre les pega a ella y a sus compañeros con una regla o un libro, les jala las orejas, las patillas y hasta los pellizca.
Le joven madre, esposa de un empleado de una tlapalería de esa pequeña comunidad de la Ruta de las Iglesias de la carretera a Tihosuco, le refirió a la directora de nombre Monserrat los alarmantes sucesos y ella le respondió que no le puede hacer nada al maestro, pero avisó al supervisor de Zona de Bacalar Jorge Humberto Sánchez Borges, quien acudió –eso sí– en persona y le dijo que levantaría una minuta en donde el maestro se comprometería a no volver a pegarle la niña, pero la madre no la firmó porque ya antes el agresor la golpeó en la espalda con la regla y dijo que no lo volvería a hacer, pero la conducta ya evidencia un nefasto patrón.
Estos lamentables sucesos son, paradójicamente, una oportunidad para la secretaria de Educación y Cultura Marisol Alamilla Betancourt de demostrar que los ejes tercero y cuarto del Plan de Desarrollo de Carlos Joaquín que hablan de la cercanía a la gente y el combate a la desigualdad no son pura demagogia. Esta pequeña pero digna comunidad maya así lo demanda en la voz de una valiente madre.
Muy grave. Estaremos pendientes de que esto se atienda hasta las últimas consecuencias, más allá de “minutas” y simulaciones para taparle el ojo al macho.