Economías colaborativas: ¿se debe / puede regular Airbnb?

El mundo cada vez se mueve más rápido, y el acceso de más personas a internet y la necesidad de tener mejores opciones y depender menos de la economía tradicional...

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El mundo cada vez se mueve más rápido, y el acceso de más personas a internet y la necesidad de tener mejores opciones y depender menos de la economía tradicional, ha dado lugar a un boom de un concepto muy interesante: la economía colaborativa.

¿Qué es la economía colaborativa? Bueno, aunque no hay una definición oficial, existen diversos términos que han tratado de definir esta nueva forma de realizar transacciones de bienes y/o servicios, a través de una plataforma tecnológica y, especialmente, de persona a persona.

Parte de mi trabajo consiste en analizar mercados y comportamientos del consumidor, y en el Siglo XXI el consumo se caracteriza por 3 temas: reputación en lugar de crédito, comunidad en lugar de publicidad y acceso compartido en lugar de propiedad individual; los consumidores cada vez tienen menos confianza en las marcas, de ahí que estas plataformas, donde el intercambio es uno a uno, hayan tenido un boom importante.

Pero, ¿qué tan importante es esta economía? Globalmente, con base en datos de PricewaterhouseCoopers, los ingresos generados en 2014 por este tipo de economía alcanzan 15,000 millones de dólares, y se estima que llegue a 335,000 millones de dólares al 2025, un crecimiento ni más ni menos de 200% anual; solo en Estados Unidos, 23% de la población ha realizado alguna vez una transacción de este tipo.

¿Y Airbnb? Esta plataforma por medio de la cuál las personas pueden reservar espacios de alojamiento que ofrecen estas personas tiene una presencia global de más de 1,000,000 de cuartos en 190 países; para referencia, Hilton, una de las cadenas más grandes a nivel global, tiene 721,000 cuartos en solo 94 países. 

¿Es ilegal? Bueno, es un  tema complicado. La Asociación Hotelera y Turística de Colombia ha hecho un análisis de lo que debe cumplir un alojamiento formal y aquello que no cumplen las plataformas de economía colaborativa: condiciones sanitarias en hospedaje y AyB, impuestos (sobre la renta, ISR, hospedaje), registro ante dependencias, impacto ambiental; en resumen, para los hoteleros su operación en comparación con este tipo de plataformas implica mayor costo, y para el erario público una menor recaudación de impuestos.

Pero ojo, si lo vemos desde el punto de vista de la demanda las cosas son diferentes; las opciones son más amplias, hay más oportunidades de elegir entre la competencia, el “servicio” es extrapersonalizado, permite a más personas viajar y realizar actividades, existe la oportunidad de conocer de forma diferente los destinos, evita el encadenamiento de los servicios turísticos y abre una perspectiva distinta de desarrollo, entre otros. 

¿Se debe regular? ¿Se puede regular? El tema es complejo y da motivos para muchas opiniones y para mucha discusión. En algunas ciudades como Paris, Londres, Milán, Lisboa y Ámsterdam ya lo han hecho, con diferentes estrategias. Lisboa por ejemplo, ha realizado una alianza con la plataforma para lograr un paquete de medidas como la recaudación directa de una tasa turística que Airbnb recauda al turista y paga al ayuntamiento; Londres y Paris han permitido la renta de habitaciones por periodos cortos sin permisos, pero cuando superan cierto tiempo, el mismo Airbnb es el encargado de presionar al dueño de la casa o departamento para que se regularice.

En el otro extremo, Barcelona ha implementado una serie de inspecciones a viviendas que se ofertan en Airbnb con multas importantes por no cumplir con el pago de licencias de viviendas turísticas. 

¿Hacia donde iremos en Cancún y Riviera Maya? ¿Promoveremos una ley como con UBER para prohibir que este tipo de economía se instale en la zona? ¿Innovaremos y lograremos un acuerdo ejemplar que sea replicable en otros destinos?

Mientras, Airbnb está ya pensando en entrar al mercado de viajes y competir con touroperadores online, pero también, abrir opciones de que los atractivos pequeñitos y alternativos puedan tener una cabida en el mercado que hoy no tienen.

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