En algún lugar de México un niño que todavía no cumple el año se sostiene de pie pero aún no camina, apenas está aprendiendo;  todo es nuevo para él. Su cerebro es una esponja que todo absorbe. Está en los albores de su existencia, pero su padre ya lo imagina doctor, ingeniero o empresario exitoso.

Como padres no podemos evitar preguntarnos: ¿qué les depara el futuro a nuestros hijos? Y aunque es imposible de contestar, lo seguro es que cuando se trata del futuro queremos lo mejor para ellos. Como padres queremos ser capaces de enviarlos a las mejores escuelas, de tal manera que puedan tener una educación que los ayude a lograr su máximo potencial. De hecho, según la encuesta realizada por HSBC “El valor de la educación, trampolín para el éxito”, el 99% de los padres mexicanos quieren una educación universitaria para sus hijos y tres cuartas partes de aquéllos consideran que pagar por la educación de su hijo/hija es una de las mejores inversiones que se pueden hacer. 

Los deseos y aspiraciones contrastan fuertemente con las cifras:

-En México el costo promedio por carrera en una universidad privada va de 125 mil a 930 mil pesos.
-De cada 100 niños que ingresan a la primaria, sólo 16 ingresarán a una carrera y 6 obtendrán su título. 

La poca cultura de ahorro en el mexicano ha provocado que muchos no terminen sus estudios. El ahorro, sobre todo a mediano y largo plazos con un horizonte de 5 a 10 años, es prácticamente inexistente. Así pues, para cuando los hijos llegan a edad de ir a la universidad son pocas las familias que pueden solventar el gasto. 

Cuando un hijo se gradúa, se cumplen dos sueños: el del hijo que se convierte en profesionista y el del padre que ve a su hijo titularse. Mediante seguros educativos o fideicomisos, los padres de familia pueden comenzar a administrar recursos para este fin. Asegurar la educación de tus hijos es uno de los legados más importantes que les vas a dejar, es su patrimonio. Si no lo has hecho, empieza hoy.