El precio de la fama

El filme es una comedia no exenta de tintes dramáticos. Las situaciones y las acciones suceden sin aspavientos...

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Entre las escasas opciones fílmicas de los complejos de cine, me llamó la atención “El precio de la fama” (La rançon de la gloire), producción francesa de 2014 que apenas llega a nuestro país, al menos en el circuito de las cadenas comerciales. Es dirigida por Xavier Beauvois y cuenta con guión de Etienne Comar.

Es 1977 en Vevey, pequeña localidad suiza, donde Eddy Ricaart (Benoit Poelvoorde) sale de la cárcel para alojarse con su amigo Osman (Roschdy Zem), al cual una vez le salvó la vida. A cambio del hospedaje, Eddy se ocupará de cuidar a su hija de siete años mientras la mujer de Osman se somete a una revisión en el hospital, ya que padece un mal óseo, motivo de los problemas económicos de Osman, cuyo trabajo como conserje de la ciudad apenas le alcanza para vivir.

La víspera de Navidad en la televisión anuncian la muerte del mítico actor Charlie Chaplin, lo cual le da a Eddy la truculenta idea de secuestrar su ataúd para pedir un rescate que saque a ambos inmigrantes (uno belga, el otro argelino) de la pobreza. Es así como se inicia una serie de peripecias policiales que les demostrarán que robar el cadáver de uno de los artistas más famosos del mundo no es cosa simple.

El filme es una comedia no exenta de tintes dramáticos. Las situaciones  y las acciones suceden sin aspavientos. La fotografía se ve beneficiada por las bellezas naturales de Suiza, donde tras la limpieza y el orden de su sociedad se esconden estos dos criminales de poca monta. La banda sonora es del multipremiado compositor Michel Legrand, del cual esperaba más musicalmente hablando, en lugar de diversas variaciones de “Candilejas” (canción original de Chaplin), leit motiv que se repite a lo largo de toda la película.

Lo mismo ocurre con el argumento, que, aunque es fluido, acomete con ligereza todos los giros dramáticos presentados, donde uno no ríe ni se conmueve del todo, no se sabe si estar del lado de los ladrones o de la familia Chaplin que pide ayuda de las autoridades suizas. Ni siquiera la aparición de Chiara Mastroianni (hija de los legendarios Marcello y Catherine Deneuve), o los cameos de Eugene y Dolores Chaplin (hijo y nieta del actor, respectivamente), pueden salvar a esta producción de la indolencia.

Si algo es rescatable son las actuaciones: Poelvoorde (El nuevo testamento, 2015), uno de los protagonistas de la nueva oleada francófona entrega una participación rica y matizada por sus registros. Lo mismo Peter Coyote (Luna amarga), una grata aparición cuya seriedad como el secretario particular de Chaplin y ex militar inglés otorga el contraste para que la trama resulte l interesante, ya que sería injusto decir que no cuenta con buenos momentos. Es de lo mejor que puede encontrarse actualmente en la cartelera comercial, vaya a verla antes de que la retiren.

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