Es Real. Es Trump

Las redes sociales tienen un lugar tan preponderante en nuestras vidas que en muchas ocasiones reemplaza a la realidad misma...

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Las redes sociales tienen un lugar tan preponderante en nuestras vidas que en muchas ocasiones reemplaza a la realidad misma, trastocando la objetividad de nuestros juicios, deseos y percepciones. 

Nuestro “timeline” es engañoso. La lista de seguidores, de páginas a las que damos un “like” nos presentan una falsa concepción de la realidad, una visión parcial de los hechos consumados y futuros, y dada nuestra actual enajenación por el mundo digital, damos por sentado que el mundo es tal cual lo tenemos en nuestras pantallas.
 
@HillaryClinton no era buena candidata. Su carisma no era mayor al hecho de ser mujer y muy preparada, un producto de la élite que ha gobernado Estados Unidos desde tiempos de Bush padre. @RealDonaldTrump fue un excelente candidato, ese que sabe muy bien a qué nicho de mercado arrimarse, el aspirante que no lideraba las encuestas, sino los temas, el que marcó la agenda y supo atraer la atención de los medios. 

Los tres debates fueron claros respecto a la posición que tomó el mundo digital: “Hillary ganó”, “arrasó”, “se impuso”. Eso querían leer los mexicanos, y eso le dieron los medios, las encuestadoras, los analistas. Pocos se dignaron a escuchar (que no es lo mismo que oír) a Trump. Sus propuestas, tan disparatadas como el “muro”, esconden principios económicos no tan descabellados, y en esencia, similares a las propuestas por Clinton… pero nos dejamos llevar por el rostro afable, la voz melodiosa, la imagen de “mujer luchona”, esa que tantos “likes” nos redituaba en Facebook, esos “retweets” a los mensajes en español de Hillary que tanto engalanaron las cuentas de quienes se creen progresistas. 

Los mexicanos fuimos víctimas de nuestras redes sociales. De nuestra visión parcial, decimonónica sobre la política: Trump el villano, Hillary la heroína. Seguimos a quien se acoplaba a la “realidad” de nuestra cuenta de Twitter, a quien aceptaba a Clinton como la versión femenina del fenómeno Obama. “La primera presidenta mujer seguirá al presidente negro, ¡eso es evolución política!”; más de un usuario dijo en el “timeline” de su servidor, olvidando una curiosa realidad de Estados Unidos: son más mochos, misóginos y racistas que los mirreyes, lores y ladies mexicanos.

El presidente electo Trump ganó, en parte, porque se alejó de las redes sociales. Sí, tiene muchísima influencia en el mundo digital y su campaña también tuvo su vertiente web, pero la base que le dio los delegados necesarios no está en la red de redes, está en la ignorancia supina de los iletrados, de los desencantados con la globalización (que son legión en EU), contrarios al movimiento integrador que representa el lado social de internet, abanderado (tristemente) por el llamado “establishment” que Clinton representa, y que jamás logró conectarse con las necesidades económicas y políticas de aquellos que viven fuera de la comunidad digital. 

La elección de Donald Trump debe ser ejemplo para los mexicanos en 2018. Ver el mundo digital sin el caleidoscopio de las posiciones encontradas, nos hará repetir la historia de desencanto que hoy sentimos. Si no tenemos capacidad para ver la realidad más allá de la pantalla del teléfono, un candidato misógino, visceral y obcecado con ser presidente llegará a Los Pinos, en lugar del corto de miras, aislado y eterno perdedor que vive hoy ahí. 

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