Esperanza

Continuamente depositamos nuestra esperanza en nuevas situaciones o personas, e invariablemente nos decepcionamos de nuevo con los resultados...

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Sin duda rebosa de juventud a sus 42 años recién cumplidos, sin embargo, a pesar de esa corta edad, la vida le ha propinado varios y severos golpes. Gracias a una iniciativa de ley enviada al Congreso de la Unión por el presidente Luis Echeverría Alvarez, Quintana Roo se erige como un estado libre y soberano el día 8 de octubre de 1974, abandonando su condición de territorio federal.

Para alcanzar esta categoría, tuvo que haber cumplido con las condiciones establecidas en el artículo 73 de la Constitución, que señalaba la necesidad de contar con una población mínima de ochenta mil habitantes, ingresos propios suficientes para cubrir los gastos de la administración pública y que existiera infraestructura agrícola, industrial, comercial y educativa, entre otros requisitos.

Desde poco antes de su nacimiento como estado, empezaba a gestarse el fenómeno turístico mundial en que llegaría a convertirse la ciudad de Cancún, que continuó mucho después con el desarrollo explosivo de la zona conocida como Riviera Maya y que hasta hoy conforman el polo de atracción turística y generador de riqueza más importante de todo México.

Pero Quintana Roo no sólo es progreso y riqueza, ha sufrido el embate de fenómenos naturales y de fenómenos humanos. Recientemente, una convulsión política extrema, choque de intereses, la penetración de esa terrible enfermedad que es la corrupción hasta lo más profundo de sus estructuras, que combinada con otros factores como falta de una visión de futuro, de liderazgo, de capacidad administrativa y política, lo llevaron hasta el punto de generar un importante rompimiento en el seno del PRI, partido que hasta entonces había gobernado ese estado, creando una oportunidad que capitalizaron el PAN y el PRD cobijando como su candidato a Carlos Joaquín González, quien se alzó con el triunfo en las pasadas elecciones y tomó posesión del cargo el pasado 25 de septiembre.

Si pudiera resumir en una sola palabra lo que sienten hoy muchos amigos que tengo en ese vecino estado sería, sin duda, una muy grande esperanza. Se dice de la esperanza que es lo último que muere, pero yo ya estoy sospechando que no muere nunca.

Y Quintana Roo es un reflejo, un experimento chiquito, de la situación que atraviesa nuestro país entero, además de que podría convertirse en un interesante laboratorio de lo que sucederá en el relevo del Poder Ejecutivo federal que se acerca para el año 2018. 

Continuamente depositamos nuestra esperanza en nuevas situaciones o personas, e invariablemente nos decepcionamos de nuevo con los resultados. ¿Podrá Carlos Joaquín demostrar que los quintanarroenses no se equivocaron? ¿Honrará la esperanza que están depositando en él? ¿Serán capaces él y sus colaboradores de inyectar nueva energía a ese joven que los golpes han avejentado ya?

Por de pronto yo diría que tiene capacidad y muy alto potencial, pero resultará imperativo contar con el compromiso y respaldo de sus colaboradores y de los partidos que le brindaron cobijo.

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