'Flaco', no aprendiste de tus maestros

Jóvenes, aprovechen la experiencia y la sabiduría de sus maestros, elijan el camino correcto por el bien de todos.

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Hace unos días, reposaba en puerto cercano, vi niños corriendo y jóvenes encestando la pelota en la cancha contigua. Regresé a mis años de infancia, cuando todo era felicidad y sólo me ocupaba de la tarea. ¡Qué épocas!

Pasan los años, la inocencia se va perdiendo, y el cachorro se vuelve lobo, que tendrá que luchar en la jungla y proteger a los suyos, esquivando la adversidad. Y el suceso me trajo a la memoria a uno de tantos compañeros de infancia, me refiero al “flaco”.

El “flaco” vivía al lado de mi casa, y a pesar de haber crecido con la “palomilla” era de poco confiar por su bipolar proceder. A veces era el clásico bonachón que inclusive te ayudaba a reparar tu bicicleta, y en otras ocasiones, conspiraba y, cual avestruz, escondía la cabeza, sabiéndose culpable de sus intrigas.

Le perdí la pista al “flaco”, hasta que lo saludé, allí por el rumbo de la colonia Industrial, notando los golpes que la vida le ha infligido a través de una cara demacrada, cabello blanco y encorvado caminar. De broma le dije: te caíste sobre algún rosal, porque te veo muy espinado, respondiendo con una carcajada amistosa, como en los viejos tiempos. Al parecer pocos cambios con respecto a su perfil en la infancia y juventud.

Esto lo traigo a colación, ya que recientemente el Colegio Mexicano de Reumatología, A.C.,  galardonó a dos grandes de sus maestros peninsulares, haciendo alusión al Dr. Francisco Escalante Triay, honorable vallisoletano, que colocó, junto al gran maestro de múltiples generaciones de especialistas,  Dr. José A. Cetina Manzanilla, las primeras piedras de lo que actualmente es orgullo nacional.

Cuando platicábamos con estos dos honorables galenos, e investigábamos un poco aquí y acullá, se relataban anécdotas de travesuras infantiles y de acciones altruistas, honestas y ejemplares en la juventud de ambos galenos. Escuchamos comportamiento próvido y gran actitud de servicio, que nos dejó entrever cómo, según la educación, principios y valores, desde esos primeros años se templa la grandeza del ser humano.

Si redacto lo anterior es porque siento el orgullo por ser yucateco, de formar parte de este Colegio y de tener como ejemplo a estos dos señores de la medicina, y seguirles el paso en la carrera que nos van dejando. Por otro lado, también es una realidad que hay muchos “flacos” caminando por la vida, dando tumbos, con la mente obnubilada por traumas y sinsabores. 

Jóvenes, aprovechen la experiencia y la sabiduría de sus maestros, les he mostrado dos caminos, espero elijan el correcto por el bien de todos. Próximamente, más anécdotas.

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