Golpiza a toda la sociedad

Está conmocionada la comunidad playense (y la de casi todo el estado) por la golpiza que le propinaron sus vecinos, razón por la cual permanece cuadrapléjico desde hace más de un mes...

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Está conmocionada la comunidad playense (y la de casi todo el estado) por la golpiza que le propinaron sus vecinos, razón por la cual permanece cuadrapléjico desde hace más de un mes. Aun cuando el video apenas fue difundido la semana pasada en Quintana Roo, se volvió viral y es noticia nacional, lo que apresuró la investigación legal.

Hasta donde se sabe, Rodrigo y María Fernanda habrían golpeado durante dos minutos a Roberto porque éste le reclamó a ella que el perro de la pareja entró a su casa. Tras la discusión, la señora se fue con la mascota, pero al poco rato volvió con su esposo, aparentemente para agredir a quien por ello perdió la movilidad de sus extremidades. 

Roberto y su esposa Rosalía (quien no aparece en la cinta) tardaron más de 15 horas en interponer la denuncia ya que su marido fue operado de emergencia debido a fracturas en las cervicales y daños en la médula espinal. 

En el transcurso de este mes y medio los presuntos cambiaron de domicilio y también demandaron a la contraparte. El asunto tiene aristas complejas, e incluso se ha especulado otros móviles con sus hipótesis que, sin embargo, no han podido ser esclarecidos.

La Fiscalía inició tardíamente las indagatorias debido a la indignación por las imágenes y no por la prioridad que amerita. Porque lamentablemente no es un hecho aislado: casos como este de Playa del Carmen son frecuentes también en ciudades como Cancún, donde los conflictos vecinales tienen diversas motivaciones.

Cuestiones como la atmósfera de inseguridad, la sensación de impunidad prevaleciente, la falta de espacios públicos, la carencia de áreas verdes en los fraccionamientos o el estrés por jornadas laborales tan extenuantes, propias de esta zona, disparan las discusiones puertas adentro y los problemas interpersonales puertas afuera.

Lo mismo ha gatillado la música excesiva en la madrugada, una filtración de agua por vicios ocultos en casas de condominios o la mascota que no deja de ladrar desde la madrugada. Basta leer las secciones policiacas para entender que los vínculos lejanos, típicos en estas ciudades, son inconvenientes que necesitan una mediación adicional.

No han sido pocos los sociólogos que han explicado que la falta de arraigo en casi toda la zona norte propicia la frágil convivencia entre familias con distintas costumbres y rutinas muy diferentes, las cuales suscitan estos problemas que tienden a salirse de control ya que la intolerancia se ha vuelto una actitud que deja saldos negativos.

Las comunidades funcionan a través de experiencias colectivas que permiten conformar tejidos sociales, los cuales no sólo construyen espacios de participación, sino integraciones con base en el arraigo, la pertenencia y la identidad. Sin embargo, evidentemente no en todas las sociedades se cumple dicho proceso. A muchos dolió la golpiza al vecino solidarense como si fuese en carne propia. Pero dolería más si el acto queda impune, como tantos otros en los archivos de las Policías o de la Fiscalía. De no comprobarse la culpabilidad de los imputados, una mayoría se sentirá tan agraviada como expuesta a otros bravucones que se pasean por ahí como si nada.

El conflicto es una realidad de la vida social y lo que urge es administrarlo adecuadamente. La justicia formal no es la primera opción, no solo por sus limitaciones o barreras de acceso, sino porque no favorece el acuerdo ni la convivencia pacífica. 

Las autoridades deben seguir trabajando en fortalecer los lazos comunes, los proyectos compartidos y los objetivos comunitarios para evitar en lo posible discrepancias descontroladas como aquella. Esto es necesario, como lo es el castigo contra quienes mantienen en cama a Roberto y en incertidumbre permanente a su familia.

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