Gracias, Calderón; bienvenido, Peña

México es el país de los individuos biennacidos, de alta moral y buena educación que curiosamente enaltecen su perfil hablando mal del político

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Qué dolorosa es la democracia mexicana, que escribir una frase como esta, agradeciendo al Presidente que se va y recibiendo al que llega, se convierte en un juego de azar sujeto a los juicios más ácidos.

México es el país de los individuos biennacidos, de alta moral y buena educación que curiosamente enaltecen su perfil hablando mal del político y destazando al personaje público. El círculo rojo es especialista en denostar. A Calderón, por sus muertos. A Peña, por sus formas priistas.

Me pregunto si alguien terminará este día atreviéndose a dar las gracias en voz alta al presidente Calderón. ¿Sería visto como un alineado si lo hace o como un biennacido?

¿Alguien memorizará la cifra de dos millones y medio de empleos creados en el sexenio? ¿Alguien festejará los 20 mil kilómetros de carreteras y caminos rurales? ¿Habrá gente contenta porque se logró una tasa de restitución de reservas petroleras mayor al cien por ciento? ¿Aparecerá gente que le diga “gracias” a Calderón porque se atrevió a cerrar Luz y Fuerza del Centro? ¿Y porque el PIB rebotó más de 16 por ciento después de la crisis de 2009?

Y ocurre lo mismo con Peña. ¿Cuántos mexicanos le darán la bienvenida al nuevo Presidente? ¿Le desearán lo mejor o solo tendrán levantada la ceja para ver si “cumple”? ¿Esperan con ansia los nombramientos del gabinete de hoy para desearles éxito o para ver si habrá negocio desde la Oficialía Mayor?

Pienso que a veces los mexicanos nos cegamos y ponemos los intereses más bajos por delante. Es como en las bodas donde al patriarca lo que le importa es la reputación de la familia con la que se casa su hija, en lugar de su simple y llana felicidad. ¿Es mucho pedir que el tipo se despoje de su ego por un instante y la deje casarse con el chico del que se enamoró, independientemente de si parece hippie o está verde su carrera profesional?

Es verdad que como ciudadanos debemos exigir hoy mucho a nuestros gobernantes: desempeño económico vigoroso; seguridad; proyección internacional del país; reformas; salud total; educación de vanguardia; vida cultural que nutra a la sociedad toda.

Pero, ¿por qué no hacer una pausa, darle las gracias a uno, y la bienvenida a otro? ¿Por qué no?

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