De muchos es sabido la entrañable y efímera amistad que tuvieron el talentoso compositor yucateco Guty Cárdenas, nacido en Mérida el 12 de diciembre de 1905 y muerto trágicamente en la Ciudad de México el 5 de abril de 1932,  y el enorme poeta de la negritud cubana Nicolás Guillén, nacido en Camagüey el 10 de julio de 1902 y fallecido en La Habana el 16 de julio de 1989. Esa  amistad se inició providencialmente en el restaurant La Zaragozana, de Cuba, en noviembre de 1931, durante una comida de despedida al cantor yucateco que regresaba a México, en la que los nuevos amigos departieron poemas y canciones al calor de rones caribeños.

Lo que pocos saben es que, como consecuencia de esa mutua admiración,  a la que Guillén se refirió en un sentido artículo a la muerte del trovador yucateco, Guty musicalizó en estilo ñáñigo el Canto negro, de Guillén, cuya partitura permaneció traspapelada entre los documentos que Guty dejó al morir  y que por fortuna conservó su hermana Carmen, y  ahora forma parte del valioso fondo documental y sonoro del Centro de Investigación, Documentación y Difusión Musicales “Gerónimo Baqueiro Fóster” de la Escuela Superior de Artes de Yucatán,  a mi cargo.

Tuve el honor de entregar personalmente copias de la partitura del valioso Canto negro al director del Museo de la Música Cubana, doctor Jesús Gómez Cairo, y al presidente de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos, doctor Miguel Barnet Lanza, durante la visita oficial que hice a La Habana en diciembre de 2015. A ambos les obsequié, igualmente,  ejemplares de mi Diccionario de la Canción Popular de Yucatán y de mi libro Guty Cárdenas, su vida y sus canciones, para el acervo de sus respectivas instituciones.