'Hilda Peña'

Una sale mal del teatro, pensando en algo inimaginable: el dolor de una madre a la que la vida le regala un hijo para después verlo muerto.

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“Hilda Peña” es la historia de una mujer que no quiere tener hijos. Un día encuentra a un niño de la calle y decide adoptarlo. De principio lo deja durmiendo en la sala, después lo deja vivir en un cuarto, le da ropa y comida, lo lleva al doctor. Lo ve desarrollarse y trabajar, buscarse una novia. Por una acusación falsa, lo matan, así de absurdo, simplemente lo matan. Ahí empieza el relato, entre manos vacías cargadas de dolor y un tremendo trabajo de la actriz, vivimos el recorrido de la madre.

“Cuando fui a reconocer el cuerpo le tomé la mano, estaba fría, como una cosa, como un vaso. Cuando lo pusieron en el ataúd tenía los ojos abiertos. Me dijeron que iban a ponerle pegamento para cerrarlos. Hay palabras que no deben ir juntas: pegamento, ojos”. Ella va todos los días a ver la tumba de su hijo, hasta que una idea la obsesiona. Los del cementerio aceptan mostrarle el cuerpo en el ataúd a cambio de un favor sexual. Ella está dispuesta a hacer lo que sea con tal de que la dejen ver a su hijo en el ataúd. “Fresco, hinchado, putrefacto. Sé los estados de descomposición porque los estudié, quería saber cómo estaría mi niño. Eso no es mi hijo, si eso no es mi hijo, ¿a dónde se fue mi niño?”.

Una sale mal del teatro, pensando en algo inimaginable: el dolor de una madre a la que la vida le regala un hijo para después verlo muerto. Un poderoso trabajo emotivo nos cala hondo. Sales mal de teatro, deseando que estas historias sean sólo ficción y que las mujeres no tengan que enterrar a sus hijos. Salí mal del teatro, vi a mi madre en esa mujer, la veo ahora al escribir estas líneas. Esa mujer está loca, loca de manicomio, sus gestos repetitivos la delatan, sus risas en medio del llanto profundo también.

Esa mujer está loca, vio enterrar a un hijo que no quería y la vida le regaló. ¿Qué pasa entonces con las que ven morir al hijo cuando éste era lo que más deseaban en la vida? Esa obra fue un remolino que me sacudió el alma y no sé dónde la tengo ahora. No sé por qué me gusta el teatro, en días como hoy, no lo sé. Tal vez mañana entienda un poco… tal vez hoy entiendo un poco la locura de mi madre. Salí mal del teatro, pero un poco mejor a la vida.

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