Historia muda de la culpa

Poco se ha dicho sobre el magno festival de teatro que tomó por asalto la ciudad. Se trata del DramaFest 2016, que nació hace 12 años...

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Poco se ha dicho sobre el magno festival de teatro que tomó por asalto la ciudad. Se trata del DramaFest 2016, que nació hace 12 años en la Ciudad de México y en esta su quinta edición tiene como país invitado a Francia y al estado de Yucatán. Las puestas en escena se iniciaron el jueves 1 y finalizan mañana domingo. El primero de estos montajes fue “El último libro de los hermanos Salmón”, primera de cuatro producciones que se trajeron de la capital.

Original de Mariana Hartasánchez y dirigida por Ginés Cruz, la trama gira en torno a Alberto y Hans Salmón, judíos alemanes exiliados en México en 1939, en los albores de la 2a Guerra Mundial, que dejaron tras de sí a un miembro de su familia, pero cargaron con ellos la culpa y la ignominia producto de este hecho, en especial cuando Alberto (Boris Schoemann), padre de la niña desaparecida, se resiste a enfrentarse a los pecados de su pasado en el viejo continente, cuestión agridulce si se toma en cuenta que es un terapeuta del método psicoanalítico.

Sólo con la ayuda de Hans (Ricardo White), el aventurero e irreverente hermano que logra rastrear una pista de su paradero, Alberto logrará vencer sus resquemores para emprender el retorno a su origen primordial, donde el misterio sólo podrá ser aclarado debido a la intervención de una actriz y cantante de cabaret apodada la “Quita-Culpas” (Mahalat Sánchez), enigmático ser con el que se enredarán ambos hermanos. Entre tanto, se cuenta una historia paralela que transcurre en México, lugar propicio para que el amor y el descenso hacia la locura surja entre Agobio (Gerardo del Razo) y Ramira (Ana Beatriz Martínez).

Así, la obra pulula entre el dolor del drama familiar, la pesadumbre moral y la tragedia con tintes freudianos, todo salpicados con momentos cómicos donde el sarcasmo y el absurdo acampan a sus anchas al tiempo que se hacen evidentes las diferencias culturales, religiosas e ideológicas entre ambos países, donde el sincretismo no termina de cuajar del todo, pero visto en clave humorística, donde el surrealismo nacional se presta a la perfección. Mención aparte merece el diseño escenográfico, de estilo minimalista -que no mínimo-, y la realización del vestuario. Las funciones continúan hoy a las 19:00 horas y mañana a las 18:00 horas, en el Teatro Libertad, 65 con 72 Centro. 

Adenda: no podemos soslayar el grosero trato de la encargada del recinto, una tal Rosy Pérez, que me sacudió de los hombros cuando discretamente tomaba fotos. Al identificarme como parte de la prensa, continuó entorpeciendo la labor periodística destinada únicamente a la promoción del evento. En ningún teatro del país me había ocurrido tan vergonzante situación en 10 años de oficio.

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